Nuevo asalto al patrimonio eclesiástico de A Estrada. Vecinos de la parroquia estradense de Riobó pudieron constatar a primera hora de la mañana de ayer la falta de la cruz que presidía una capilla existente en el cementerio. El párroco, Fermín Santiago, explicó que fue alertado de la ausencia de este elemento y estimó que la sustracción debió de producirse durante la noche anterior.

El sacerdote lamentó el robo de esta pieza, no tanto por su valor económico como por el valor que tiene para los feligreses. Se trata de una cruz fabricada en madera con un la imagen de un Cristo. Fermín Santiago explicó que el recinto del cementerio se encuentra cerrado por las propias estructuras de los panteones y que dispone de una pequeña cancela, que ayer se estimaba forzada. En todo caso, el acceso al cementerio podría ser relativamente fácil.

Cuando vecinos de Riobó se dieron cuenta de que faltaba la pieza en la capilla se pudieron en contacto con el cura para preguntarle si había sido él quien se había llevado la cruz, quizás para someterla a un proceso de restauración. Al contestarles que no, se dieron cuenta de inmediato de que el elemento había sido robado, justo dos días antes de que esta parroquia estradense emprenda la celebración de sus fiestas del Santo Cristo, programadas para mañana sábado. En todo caso, el párroco señaló que lo sucedido no empañará la celebración.

Fermín Santiago tenía previsto en la mañana de ayer presentar la correspondiente denuncia en el acuartelamiento de la Guardia Civil en A Estrada.

Medidas de seguridad

A finales del pasado mes de septiembre, y tras una sucesión de robos en distintas iglesias del ámbito rural estradense, el arcipreste y párroco de San Paio de A Estrada, José Antonio Ortigueira, confirmó haber remitido comunicaciones a las distintas parroquias para que comenzasen a adoptar medidas de seguridad. Entre ellas figuraba la recomendación de pasar a custodia el patrimonio de las celebraciones litúrgicas, como es el caso de cálices o copones de cierto valor.

De este modo, se recomendó también entonces a los párrocos -ellos serían los responsables de que estos elementos estén a buen recaudo- que estos bienes se sustituyan por otros de naturaleza más sencilla, sin valor histórico o crematístico. La pretensión de todas estas medidas es intentar que los amigos de lo ajeno dejen de ver los templos como un lugar susceptible de ser asaltado.