Los comuneros del monte de Sanguiñedo, en Dozón, están pendientes desde hace seis años de cobrar los terrenos que cedieron para las obras del Tren de Alta Velocidad (TAV). Su presidente, Juan Ramón Varela, explica que algunas actas de ocupación de las casi 50 hectáreas se firmaron ya a finales de 2003. Por aquel entonces, "nos aseguraron que cobraríamos 2,5 millones" una cantidad que en los últimos tiempos se vio reducida a 535.000 euros, al parecer, desde el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif). "Sólo se nos pretende pagar el terreno que se ocupó", una parcela de 10 hectáreas, en las que se encontraba una plantación de pinos, explica el presidente.

Por contra, los 17 comuneros exigen el cobro íntegro de todos los terrenos, puesto que en la zona se habilitaron cinco escombreras "que, a pesar de que se les aplicará una capa de tierra por encima, es difícil que vuelvan a producir, dado los residuos que acumulan", alerta Varela. El presidente de los comuneros insiste en el valor económico de toda esta superficie común, puesto que antaño el monte de Sanguiñedo se utilizó para sembrar cereal, indispensable sobre todo en los años posteriores a la Guerra Civil. La última respuesta que obtuvieron del Adif fue que "simplemente, no había dinero".

Ante esto, los propietarios del monte se dirigieron por carta al ministro de Fomento, José Blanco, "al que se le entregó nuestra misiva durante el homenaje que recibió en Palas de Rei". Blanco sí respondió a la carta anunciando su intención de agilizar los trámites, "pero nosotros seguimos sin cobrar", recalca Varela, quien recuerda que, en estos seis años de espera, alguno de los dueños ya ha fallecido.

Arreglo de pistas

Las dificultades para retomar los contactos con el Adif estriban no sólo a la hora de cobrar, sino también para reparar los daños por el tránsito de maquinaria pesada. "Nuestras pistas estaban destrozadas, y no se repararon hasta que la diputada del BNG, Olaia Fernández Davila, hizo una pregunta sobre este abandono en el Congreso".

En este estado de cosas, los comuneros también ven cómo se limitan los usos actuales del monte, ya que tampoco podrán solicitar un segundo punto de agua porque el manantial se encuentra en la inmediación de las obra.