Fue uno de los proyectos arqueológicos más divulgados de los últimos tiempos, tanto por la Mancomunidade como por la Diputación: sacar a la luz los restos del castillo medieval que utilizó Doña Urraca, y quien sabe, si descubrir todavía los restos del Castro Lupariae. Sin embargo, diez meses después de la fecha que se marcó como el inicio de las obras, enero de 2014, nada se sabe de la misma.

Para llevarla a cabo, Diputación y Mancomunidade tenían que negociar con los comuneros de András, titulares de los terrenos. En principio, estos dieron su visto bueno ya que el proyecto coincidía con su particular visión de la recuperación de este monte. Sin embargo, el borrador de convenio que les remitió la Diputación en su día contemplaba una serie de requisitos que los comuneros no estaban dispuestos a aceptar. Esos requisitos eran, fundamentalmente, reducir el tiempo de cesión de los terrenos para los trabajos de localización del yacimiento de cinco a dos años, prorrogables de ser necesarios, y facilitar mayor información sobre qué tipo de trabajos se iban a realizar en la zona y cuáles serían las inversiones a realizar por anualidades.

En principio, las demandas de los comuneros eran asumibles y daba la sensación de que se modificaría simplemente el borrador y el proyecto podría salir adelante. Mientras se estudiaban las nuevas propuestas de los comuneros surgió una vieja cuenta pendiente entre la comunidad de montes y la Diputación, una deuda de unos 40.000 euros que el organismo provincial debería al colectivo vecinal por las expropiaciones de terrenos para ampliar el vial que une András con O Sixto. Esto acabó enturbiando un tanto las relaciones entre ambas entidades y podría haber afectado al desarrollo del proyecto.

El convenio que todavía nunca pasó de un borrador al que la Diputación iba a dar forma, contemplaba la colaboración de tres entidades.

Por una parte, la Diputación se encargaría de llevar a cabo los trabajos arqueológicos, mientras que la Mancomunidade sería la responsable del mantenimiento de los terrenos una vez se acabasen con las obras en colaboración con los comuneros.