Los recursos existentes en el ámbito de la salud mental son más escasos de los que los enfermos necesitan. Prueba de ello es la situación de la Fundación Lar, una entidad sin ánimo de lucro asentada en Vilagarcía desde 1997 -y la asociación ya desde 1990- que actualmente atiende a 115 personas con algún tipo de patología mental, y pese a ayudar a este importante número de enfermos, registra lista de espera para acceder a sus instalaciones de A Laxe. "Sobre todo se concentra en la residencia, donde las altas son más lentas", apunta la directora de la fundación, Amelia Varela, que coincide en que los recursos no son suficientes para todas las personas que los requieren.

Todos los usuarios adultos de Lar son derivados por la jefatura de Salud Mental de Pontevedra-Norte del Sergas. Luego el personal de Lar realiza las valoraciones pertinentes y entrevistas para la admisión de esa persona. Algunas entran con una plaza subvencionada y otras tienen que pagar una cuantía por su estancia.

La directora de Lar admite que la entidad no es ajena a la crisis, pues, aunque la subvención por parte de la Xunta no ha descendido -se mantiene igual que en los dos últimos años-, la capacidad económica sí se ha visto mermada porque "todo está más caro".

Los socios son otra pata importante del sustento de la fundación. Lamentablemente para el colectivo algunos se han dado de baja al no poder contribuir económicamente con esta importante labor que realizan en A Laxe en el campo de la salud mental. Conscientes de la delicada situación que atraviesan muchas familias, Lar mantiene las cuotas voluntarias a sus 260 socios. "Cada uno aporta lo que puede, no hay una cantidad mínima", añade Amelia Varela.

Los usuarios participan en talleres en los que hacen artesanía, como por ejemplo carteras y billeteras de cuero. La fundación aporta a la persona que hizo el producto en cuestión un porcentaje del precio de venta.

Aparte de la atención a adultos, Lar también está volcado en la ayuda a menores que provienen de familias desestructuradas, y muchas veces con Trastornos de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Los niños y adolescentes viven en el Centro Chavea, donde, admite Amelia Varela, "las fugas son frecuentes". "Cuando ocurre damos parte a la Policía. Esto no es un centro cerrado", justifica la directora de la fundación.

La tutela de estos menores recae en la Xunta de Galicia, administración responsable de derivar a los niños al centro de menores. El tiempo que permanecen en estas instalaciones varía mucho dependiendo de cada caso. Actualmente hay 15, la capacidad máxima. Al igual que las dependencias para adultos, también suele estar lleno.