José Manuel Asorey Ferreiro es el único hijo vivo del Escultor de la Raza, Francisco Asorey, a quien Cambados rindió este pasado viernes el primer homenaje del año con el descubrimiento de su escultura, tallada en bronce por su discípulo, Lucas Míguez.

Asegura que fue una grata sorpresa pues hasta dos días antes de la inauguración nadie le había dicho nada de la talla que descubrió en el momento “en que retiraron el paño que la cubría”.

-¿Acertó Lucas Míguez al representar a su padre en la escultura que se inauguró este viernes en Cambados?

-La verdad es que me gustó. Fue retratado fielmente en su época de joven, cuando tenía unos treinta años. Se parece a alguna de las fotos que conservo y que también tienen otros de mi padre.

-Se notó que la familia le tenía afecto a su padre pues había allí una representación extensa de los Asorey.

-Somos una familia amplia y la de mi padre vive casi toda en Cambados. Allí tenía a sus hermanos, que ya murieron todos, pero hay que tener en cuenta que yo ya tengo 83 años y que mi único hermano, Francisco, también murió hace siete.

-El Ayuntamiento tiene el propósito de ofrecer una gran exposición sobre la obra de Francisco Asorey ¿Qué le puede aportar?

-Se va a hacer una gran exposición, creo que en agosto, en Cambados y luego en otras ciudades como Santiago, que es donde vivió prácticamente toda su vida y en Madrid. Quiero ayudar a reunir obras. Las que se puedan llevar a una exposición, porque algunas esculturas son monumentales.

-¿Qué trabajos considera los más representativos en la trayectoria de su padre?

- “O Tesouro” es precioso. A mi me gusta muchísimo. Pero también el San Francisco, una talla policromada en madera, que se encuentra en el museo de Lugo, es maravilloso. La mayor parte de sus obras son en piedra y madera, pero a él le gustaba sobre todo la madera, aunque también tiene bustos en bronce, pero el proceso es distinto ya que los moldes se llevan a la fundición.

-¿Cuál es el principal recuerdo que se le viene a la cabeza al volver a hablar de su padre?

-Siempre lo recuerdo en el taller, desde el momento en que se levantaba. Tenía bastante trabajo y muchas veces se le veía angustiado porque creía que no le daba tiempo a acabar todos los encargos que le hacían.

-Siempre trabajó en Santiago aunque no le faltaron ofertas en otras ciudades de España.

-Estudió Bellas Artes en Madrid y en la capital de España llegó a sonar bastante. El gobierno de la época contaba mucho con él. Pero se instaló en Santiago y conoció a mi madre, Jesusa Ferreiro Casal, que no había quien la sacara de aquí. De todos modos hizo muchos trabajos para fuera, incluso hay obras suyas en Cuba, Montevideo...

-Le califican como el Escultor de la Raza por sus representaciones de motivos gallegos ¿Amaba tan profundamente a su tierra?

-La mayor parte de su obra se inspiraba en Galicia, aunque tiene miles de obras, sobre todo bustos de personalidades políticas y otra gente que se los encargaba. Pero también hay obras de tamaño monumental como el Curros Enríquez que está delante del convento de San Francisco y la colosal Historia del San Francisco con numerosas figuras. Pero el calificativo de Escultor de la Raza le vino por sus trabajos de personajes gallegos como a Pobriña, A Santa y O Tesouro, esta última representa a una jovencita de aldea con un becerro en brazos, una composición que simboliza la leche, los alimentos.

-¿Qué otra obra se puede incluir en esta faceta?

-Es importante también la “Ofrenda a San Ramón que representa una mujer gallega embarazada, con una vela muy decorada en una mano y que se la ofrece al santo que lleva en la otra. Es en madera policromada.

-Dice usted que trabajo no le faltó a su padre ¿Tuvo tiempo para su familia?

-Sacó muy poco tiempo para la familia. Fue un esclavo del trabajo. No tuvo un día de descanso en toda su vida. Hasta los domingos los dedicaba a su taller, a la biblioteca. Leía, dibujaba, proyectaba. Siempre estaba trabajando, al menos, con la mente. -¿Al menos habrá tenido un buen círculo de amistades?

-Tampoco era una persona de salir mucho. Su tiempo lo dedicaba a trabajar y un poco a su jardín, aunque solo los domingos.

-¿Lo que no habrán pasado ustedes es hambre?

-Trabajó mucho pero no se hizo rico. Pero fue feliz con lo que hizo. Ahora bien, recuerdo que en los años 1940-1941, en la posguerra, si pasamos hambre todos. Había que comprar hasta las patatas de extraperlo y no había aceite. A veces tenías dinero para un bocadillo pero lo querías comprar y en la tienda no tenían pan. Fue una época difícil para todos.

-Cambados quiere que su padre sea hijo predilecto de la villa a título póstumo. De hecho están estudiando dicha posibilidad ¿Estará contento?

-Es un verdadero honor. Pienso ir a Cambados todas las veces que pueda porque estoy muy agradecido a sus gentes por todos los honores que le están rindiendo a mi padre. Yo ya soy una persona mayor, tengo 83 años, por lo es una tremenda satisfacción poder participar en esta ceremonia.

-¿Qué le ha legado su padre de lo que no se ha desprendido nunca?

-Sobre todo aprendí con él honradez. Creo que gracias a lo que él me enseñó, no hay una persona que me pueda señalar en ningún sentido. También nos inculcó el hecho de que no ambicionemos el dinero.

-¿Pero también tendrá algún objeto personal del que no se desprenda por motivos sentimentales o por su valor artístico? ¿Qué guarda en su casa?

-Pues algo se conserva. Por ejemplo dos camas, con cabeceros grandes con relieves en madera. Uno de ellos representa a San Francisco cuando recibe los estigmas y el otro es una Sagrada Familia, con la Virgen, San José y el Niño, que son verdaderas joyas, aunque no acabó de policromarlos.

-Y en cuanto a esculturas o bustos ¿No guarda ninguno que se pueda exhibir?

-Si, tengo un busto de una señora sueca que debió ser guapísima. También alguno de mármol de su hermana y otro de una prima suya, en madera. Algo si que aún tengo.

-¿Qué pasó con el prestigioso taller de Francisco Asorey?

-Solo se conserva una parte porque el Ayuntamiento de Santiago decidió ensanchar la calle donde estaba el taller de mi padre y lo destrozaron prácticamente. Lo que queda de él estoy tratando de recuperarlo y aunque está vacío, ya he logrado que se parezca un poco. También paso el tiempo en el pequeño jardín que me quedó.

-¿Ni a usted ni a su hermano se les ocurrió continuar la trayectoria de su padre como escultor?

-Mi hermano Francisco le siguió en algo, pues fue profesor de la Escuela de Artes y Oficios, en la especialidad de Moldeado y Vaciado. A mi se me dio por estudiar Derecho, Magisterio y Delineante. Dibujar como un delineante si que me ha gustado siempre.