Un hombre bueno y generoso, un cristiano de credo y obra. La pérdida de Adolfo Enríquez Méndez dejó un vacío en su familia y en Vilanova dos Infantes, que clamó justicia por su añorado sacerdote. Este sábado se celebra una misa en su memoria en la iglesia del pueblo.

"Fue un hombre de gran corazón, un padre de los pobres, un nexo familiar y víctima de su propio corazón y sentimientos. Creyó hasta en sus asesinos. Creo que, hasta 5 minutos antes de morir, no se dio cuenta de las alimañas y monstruos que eran. Espero que la Iglesia algún día lo recuerde como la figura que va a llegar a ser. Murió en acto de servicio y conforme a sus ideas y su ministerio sacerdotal", recuerda José Manuel Enríquez, sobrino y portavoz de la familia.

Son acusación particular en la apelación ante la Audiencia, la que tendrá la última palabra tras la decisión de la juez de cerrar el caso sin procesados. Siempre respetuosos con la acción de la justicia, pese a no "comprender y compartir la decisión", la familia de don Adolfo no da por perdido el caso y sigue agradeciendo el trabajo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Ourense. "Estamos a muerte con ellos, pero si necesario pedimos como en otros casos la colaboración de la UCO", una labor de apoyo y revisión que según la Comandancia sí se llevó a cabo tras la detención de los dos sospechosos, en enero de 2016, y su posterior puesta en libertad. "La familia prefiere a un culpable en la calle que a un inocente en la cárcel, pero está claro que estos dos sujetos hermanitas de la caridad no eran".