Perdió a su padre a consecuencia de un cáncer. La familia vivió a su lado, en casa, sus últimos días. Nadie les quita el dolor por el adiós a un ser querido, como tampoco el reconocimiento a un servicio que mitigó el trance del enfermo y de los parientes. "Estar en manos de los profesionales de hospitalización a domicilio supuso la tranquilidad de estar atendidos en cualquier momento, en circunstancias muy difíciles en las que no sabes qué hacer. Recibes una información plena, sincera, realista, pero al mismo tiempo con sensibilidad y tacto, acerca de la gravedad de la situación".

"A veces lloramos con ellos"

"El día que deje de afectarme dejo de ser enfermera", afirmaba Susana Borge después de la visita, el jueves, a una señora en situación terminal. "Hay muchas ocasiones en las que lloramos con los familiares e incluso vamos a los velatorios", enlaza en el coche, de camino a otro domicilio, la médica Isabel Pérez. Ambas, con 5 años en el servicio.

El hijo ensalza el trato: "Es exquisito y muy humano. Los médicos y enfermeros siempre están dispuestos a aliviar al enfermo , comprendiendo también el dolor de los familiares. Es un servicio imprescindible atendido por excelentes profesionales. Habría que potenciarlo y dotarlo de más personal", finaliza.