Opinión
Ucrania se jacta de un sabotaje en el Báltico mientras Rusia calla
El servicio de inteligencia militar ucraniano (GUR) se jacta del reciente sabotaje contra la lancha torpedera rusa “Serpújov” en el Báltico mientras que Moscú calla hasta ahora sobre ese incidente.
Según fuentes ucranianas, aunque el buque de guerra no se hundió, los atacantes consiguieron desactivar sus equipos electrónicos de modo que su eventual reparación exigirá mucho tiempo.
Para el portavoz del GUR, Andri Yussov, Rusia proyectaba llevar al “Serpújov” hasta el mar Negro, algo que parece, sin embargo, poco o nada verosímil porque el estrecho de los Dardanelos está cerrado a los buques de guerra. Ya se sabe que la propaganda y la mentira son armas eficaces en cualquier guerra, y de ella han hecho amplio uso ambos contendientes desde el principio.
El espionaje ucraniano ha informado también de ataques de las fuerzas de ese país contra aeródromos militares en el sur de Rusia, algo que parece cierto, si bien las fotografías tomadas desde satélites no muestran daños en las pistas. En relación con el ataque al “Serpújov”, el periodista alemán Reinhard Lauterbach, uno de los mejor informados sobre la guerra de Ucrania, considera que el silencio ruso sobre ese incidente tiene más de una explicación (1).
La primera es que, de ser cierto, sería engorroso para los rusos reconocerlo. En segundo lugar, según el diario estadounidense The New York Times, el servicio de inteligencia militar ucraniano es en cierto modo una creación de la CIA. Y Washington no podría por tanto seguir negando toda implicación de sus propios servicios de inteligencia en los ataques ucranianos contra blancos en territorio o aguas marítimas de la Federación Rusa.
En tercer lugar, opina Lauterbach, sería también difícil evitar la sospecha de que para ese ataque contra la base naval de Baltisk, la ciudad más occidental de Rusia y sede de la Flota del Báltico se utilizaron bases militares de Polonia o Lituania, países ambos de la OTAN, que niega estar directamente involucrada en ese conflicto. El Gobierno del presidente Volodímir Zelenski hace tiempo que intenta, sin embargo, precisamente esa involucración, en la que ve la única posibilidad de dar la vuelta a la situación en el frente.
Algo que parecen buscar también el presidente francés, Emmanuel Macron, y el Gobierno británico de Rishi Sunak, con la idea de enviar tropas a territorio ucraniano, pero que intenta por el contrario evitar Estados Unidos ante la proximidad de las elecciones presidenciales de noviembre. Ello explica, por ejemplo, el rotundo fracaso del viaje a EE UU del ministro británico de Asuntos Exteriores, David Cameron, que intentaba convencer a Donald Trump y a su Partido Republicano de la urgencia de seguir apoyando masivamente con armas y dinero a Ucrania.
(1) En el diario Junge Welt
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