La prensa incorporó muy tarde a los fotógrafos como trabajadores de plantilla. La colaboración, fija o eventual, marcó la tónica general hasta los años 70, salvo excepciones muy contadas.

Rafael Vázquez González inició en agosto de 1948 su colaboración con FARO por medio de Benigno de la Torre, su delegado en Pontevedra. Esa relación se estrechó con el paso del tiempo y luego continuó con su hijo, y con el hijo de su hijo, vínculo que todavía se mantiene actualmente. Este nexo familiar a través de tres generaciones constituye un caso extraordinario -quizá único- en la prensa gallega.

Camilo Gómez Gómez, hermano menor de los fotógrafos callejeros Joaquín y Severiano, recibió su credencial de la Dirección General de Seguridad a principios de 1958, y fue el primero en su oficio que saltó de la calle a una plaza fija en un diario local, de la mano de Enrique Paredes Estévez. Sin pretenderlo también se convirtió en un pionero del fotoperiodismo, puesto que trajo de cabeza a muchos reporteros incipientes en busca de la ansiada exclusiva.