A la lectura del artículo del Sr Callón (Un decreto contra o galego, F. de V., 05/01/2010) me ha venido a las mientes algo que decía Dos Passos en una nota preliminar a 42nd Parallel. Decía que el estado de espíritu de una época puede deducirse de un collage paródico de primeras páginas de diarios y de extractos de artículos, verbigracia, "Un misterioso banquero compra el Océano Atlántico".

Habida cuenta de la beligerancia normalizadora del nacional-galleguismo de hoy día –que muy poco tiene que ver con el de Rosalía, Castelao, Otero Pedrayo o Ramón Piñeiro-- no pocas veces su discurso recuerda lo del misterioso banquero. Porque también el mensaje está lleno de melopeas extravagantes, absurdas y fraudulentas en cuando a la veracidad de lo que dicen. "O seu decreto (de Feijoo) contra o galego non xenera mais que rexeitamento" escribe sin adarme de sonrojo el Sr. Callón. Hombre, será entre los talibanes lingüísticos, digo yo.

Si Dos Passos mostraba la intimidación a la que cierta prensa somete al lector intelectualmente más débil, también algunos políticos utilizan tiro graneado, en la guerra social de la información, sobre el ciudadano más manipulable, bombardeándolo de logomaquia gratuita y grandilocuente. Quiere decirse, a estas alturas del revolcón normalizador, sólo un alma talibanizada puede simpatizar con ese discurso. La prueba: "Este decreto galegófobo ímolo tombar" amenaza el Sr. Callón con singular desparpajo. ¿Y cómo piensan tumbarlo, a botellazos? Erial de ideas. Breviario de podredumbre. Porque es en Breviario de podredumbre donde Cioran previene contra los que viven en "la folie de la décision".

Con todo el respeto e incluso afecto debido al galleguismo histórico, quienes nos enfrentamos a ese tipo de decisiones del actual nacionalismo, sin arrojarles botellas ni destrozarles los coches, no lo hacemos, no, por sofrenar su fervor exaltado sino por su dogmatismo reseco; no los acusamos tampoco por su vago misticismo druídico sino por su mitología racista; ni por su antiespañolismo sino por su reduccionismo provinciano; ni por su visceralidad quejumbrosa sino por su alma funcionarial apegada a las subvenciones, de lo cual el Sr. Callón sabe un rato largo; ni por su sentimentalismo histérico sino por su falta de deontología histórica; ni porque sobrecargan de violencia la ficción sino por su falta de fineza espiritual; ni siquiera nos enfrentamos cívicamente a ellos porque suplanten la verdad, puesto que mentir es un derecho, sino por arruinar los goces de la convivencia, lo cual es un crimen. "Este decreto galegófobo ímolo tombar" ahí queda eso.

En fin, ínsitas en el artículo del Sr. Callón, encontramos amenazadoras perlas de ese espíritu de la época del que hablaba Dos Passos: "os sindicatos que representan ao 90% do profesorado". Y no es por darme importancia pero creo que a Dos Passos le habría gustado el collage: "El profesorado sindicado compra la lengua gallega y el Apóstol Santiago". En efecto, todo un programa de los celadores de las buenas costumbres lingüísticas propias de nuestra época de democracia piquetera. Pura burocracia orgánica acogiéndose a sagrado bajo las faldas de la lengua. Tétrica pantomima revanchista que llaman normalización lingüística. Persecución de disidentes. Apaleamiento de disidentes. Y el Consello da Cultura Galega y la RAG colaborando a este naufragio de la libertad. Erial de ideas. Breviario de podredumbre.