El primer ministro turco, Binali Yildirim, aseguró ayer que realizará una rápida "operación de limpieza" contra los golpistas. "Nuestro trabajo aún no ha terminado", dijo mientras se anunciaba que ya había 6.000 detenidos y que los muertos ascendían a 290. Mientras, el presidente Erdogan aboga por reimplantar la pena de muerte.

Restablecido el orden tras el fallido intento de golpe en la noche del viernes al sábado, el Gobierno prosiguió ayer con una amplia campaña de detenciones de altos mandos militares. La cifra de detenidos supera los 6.000, según el Ministerio de Exteriores, que cifra en "más de 190" los ciudadanos muertos por oponerse al golpe, a lo que se añaden "más de 100 conspiradores". También hay "más de 1.400 heridos", agregó al culpar del golpe "de manera obvia" a "la Organización Terrorista Fethullah Gülen", el predicador islamista exiliado en Pensilvania.

El mando militar prometió "castigar de la manera más severa, dentro del marco de la ley", a los sublevados, y destaca el papel del pueblo, que frenó el golpe. Una amplia y publicitada operación policial tuvo lugar contra la base aérea de Konya, en el centro de Anatolia, que se saldó con la detención del coronel comandante de la instalación y otros seis militares, aparentemente sin enfrentamientos.

La detención de otro militar cerca del aeropuerto de Sabiha Gökçen, en Estambul, se produjo tras un breve enfrentamiento con disparos. Por la mañana habían sido arrestados también el general al mando de la estratégica base aérea de Incirlik, donde se hallan cazas estadounidenses, británicos y alemanes, cataríes y saudíes, y otro en la base de Denizli, junto a 52 militares. Ahora se ha sabido que el avión de Erdogan estuvo en el punto de mira de cazas golpistas, pero no le dispararon.

Los medios turcos cifraron en una treintena el número de generales detenidos, incluyendo a dos de los cuatro máximos comandantes de las fuerzas terrestres. Sólo en Ankara, el número de generales detenidos alcanza los 29, en un total de 2.389 militares, informa la agencia "Efe".

Entre los arrestados se halla Akin Öztürk, excomandante de la fuerza aérea, que iba a ser el nuevo jefe del Estado Mayor en caso de prosperar el golpe. Causó sorpresa la detención del coronel Ali Yazici, desde agosto asistente militar del presidente Erdogan.

En su discurso funerario ayer durante un entierro, el presidente prometió que el Gobierno "hablaría con la oposición" para examinar la posibilidad de reintroducir la pena de muerte en Turquía, abolida en 2004, tal y como pedían a grito sus seguidores.

"En el tema de la pena capital se tomará con certeza una decisión. Hermanos, en el Gobierno, en el Estado, escuchamos esta petición vuestra. No podemos ignorarla. En democracia, lo que diga el pueblo será", clamó Erdogan entre aplausos.