Se llama Dolores Villar Pereira, aunque todos la conocen como Lola. No toma ni una pastilla para la tensión ni el colesterol y recibe a todos en su casa siempre con una sonrisa. Ayer, la abuela de Candeán cumplió cien años. Lo hizo rodeada de toda su familia, entre ellos sus tres hermanos -Dina, Alfonso y Gumersinda, orgullosos de su hermana mayor- sus tres hijos, cuatro nietos y siete bisnietos.

La celebración comenzó con una misa en la iglesia de Candeán que el párroco quiso dedicar a la centenaria. Después toda la familia, unas cuarenta y cinco personas, comieron juntos en un restaurante de Candeán y Lola sopló las imprescindibles velas de la tarta.

"Toda la vida me he dedicado al campo y a cuidar de las viñas en Castrelo de Miño, el pueblo de Ourense donde nací", cuenta la señora, que reside en Vigo desde hace quince años pero ya se siente como en su propia casa. Ahora, asegura que se encuentra bien y que disfruta "junto a la chimenea", charlando con alguno de sus hijos o nietos que a menudo acuden a visitarla. "Es increíble lo bien que está de cabeza", asegura orgullosa su nieta María José.