El Ayuntamiento de Vigo autorizó en 1975 la construcción del entonces denominado edificio Montemar, después conocido como Restaurante El Castillo, y adjudicó su concesión por tres décadas a un empresario hostelero. Este inmueble se construyó adosado a las murallas originales de la antigua fortaleza y tapaban parte del recinto militar que ahora se pretende conservar. Se trata de un edificio contemporáneo sin valor histórico, pero Thomas Rothschild defiende el valor de su diseño y la calidad de la piedra y confía en hacer un buen negocio reconstruyéndolo en el condado inglés de Somerset.

-¿Cuándo conoció Vigo y en qué momento le interesó este edificio en concreto?

-Hace nueve años que vine por primera vez y desde entonces visitaba la zona de forma regular. Solía caminar por el Castro los domingos por la mañana, siempre me pareció un lugar fantástico y me fijé en este inmueble abandonado, pero cuando me enteré de que iban a tirarlo y pregunté por él a las autoridades locales era demasiado tarde porque el derribo estaba adjudicado.

-No es un edificio histórico ni está catalogado. ¿Cree que se le podrá sacar partido?

-Llevo treinta años realizando inversiones inmobiliarias. He reconstruido una docena de edificios y creo que El Castillo es una buena oportunidad para mí y acabará siendo un buen negocio. El valor está en el diseño, aunque también la piedra es de buena calidad y lo que hice fue buscar a un experto que pudiera desmontarlo con garantías y moverlo a cualquier parte del mundo. Quiero reconstruirlo exactamente como era el original y recopilar toda la información posible. Puede que en alguna ocasión allí estuvieran mandatarios y personas importantes y por eso intento obtener información.

-¿Qué es lo que más le llamó la atención de la zona?

-El paisaje, que es algo que no puedo trasladar a Bath. Las vistas son maravillosas, pero está claro que nuestros clientes no verán la bahía de Vigo cuando se asomen por la ventana. El proyecto es reconstruirlo cerca de Bristol, a unos 160 kilómetros de Londres, en una ciudad georgiana con otros edificios de arquitectura similar. Creo que encaja perfectamente y que los ingleses sabrán apreciar el valor histórico de este inmueble.

-¿Cuánto pagó por la piedra?

-Fue cara, pero tengo un contrato de confidencialidad con la empresa. La reconstrucción creemos que costará unos dos millones, aunque la cifra exacta aún no la conocemos porque necesitamos cerrar el proyecto y organizar la reconstrucción interior. Ahí tenía graves daños.

-¿Su intención es mantener el diseño lo más fiel posible?

-Desde luego. Quiero conservar el modelo y el espíritu al máximo. Mi idea es que el arquitecto Ángel Costas venga a Inglaterra para guiar el montaje y traer a trabajadores gallegos para las obras porque los ingleses no saben tratar este tipo de piedra. Incluso para el equipamiento interior, tanto para el suelo, como las ventanas o los muebles, quiero contar con artesanos gallegos.

-¿Tiene plazos ya para ese proyecto inmobiliario?

-Aún no tengo fecha concreta para el traslado de la piedra por barco, pero nuestra idea es iniciar las obras de reconstrucción entre mayo y julio de 2014 para abrir un hotel con restaurante en 2015. Creo que un año es suficiente para el trabajo. La idea es abrir un establecimiento pequeño con unas veinte habitaciones y de categoría alta.

-¿Tienen los permisos de la administración de Bristol?

-Estamos trabajando en ello. Pero hemos colaborado con ellos en otros proyectos, logramos los permisos y tenemos una relación estable de 30 años. Reconstruí en la zona un edificio trasladado desde Francia hace unos dieciséis años, y luego algunos más. Mi primer operación fue en 1979 y desde entonces he levantado una docena.

-¿Es su primera inversión en Galicia?

-Es la primera vez que compro algo aquí, pero no será la última. Conozco Santiago y me parece maravilloso, toda Galicia, y soy un enamorado de las Islas Cíes. Deberían ser Patrimonio de la Humanidad y estar protegidas.

-¿Por qué cree que en Reino Unido será un buen negocio?

-El valor de una cosa en un país no es el mismo que se le da en otro país. Este edificio en Inglaterra nunca se hubiese demolido. Hubieran puesto a los responsables en la cárcel. Es un buen monumento y se puede hacer una buena casa o un buen negocio como el que estamos planeando. Tengo buenos presentimientos.

-¿Le hubiera gustado explotarlo en Galicia?

-Sí y lo intenté. Me puse en contacto con las autoridades locales pero el derribo no podía pararse. Ellos me remitieron a la subcontrata que desmonta la piedra.