Aunque Suiza no está integrada en la Unión Europea, su ratificación del tratado de Schengen la obliga a permitir la entrada de sus trabajadores. Pero la Confederación Helvética no solo se impone obligaciones. A cambio, puede exportar sus productos. "Suiza necesita a Europa y Europa necesita a Suiza", concluyen los emigrantes gallegos residentes en el país, con la esperanza de que eso evite cerrar el grifo al flujo de extranjeros parados que buscan en el país de Heidi una oportunidad.

Pese a todo, la crisis de sus vecinos, explican los gallegos de Santa Comba Xosé Abelenda y Jesús Gómez, que desarrollan su labor en los sindicatos suizos Unia, en Biel, y SIT, en Ginebra, respectivamente, ha comenzado a hacer que sus habitantes sientan "miedo" por lo que ocurre tras sus fronteras y lo que perciben como efecto: una llegada masiva de inmigrantes.

Los periódicos de la Confederación avivan la llama al hacerse eco del fenómeno, del que no escapan los gallegos, que "vuelven", afirman en sus titulares. No es una impresión. El IGE registra como residentes allí a más de 37.000 gallegos y Suiza es el país europeo que más ciudadanos de la comunidad acoge. Eso sin incluir a todos los temporeros.

Los sectores más reaccionarios aprovechan ese "miedo", denuncian ambos, para intentar limitar los flujos migratorios. Aunque ya hubo referéndums en esa dirección, no recibieron apoyo, pero, hace poco, los suizos dieron luz verde a endurecer las condiciones de asilo y en próximos meses están previstas más iniciativas en esa línea.

Así, se votará otra "Contra la inmigración masiva", de SVP (PartidoPopular Suizo), que propone que las autorizaciones de estancia a extranjeros se limiten "por techos y contingentes anuales" según "los intereses económicos globales de Suiza y en el respeto al principio de la preferencia nacional". Hace poco, Suiza limitó ya el número de inmigrantes de la UE, pero la medida solo dura un año y fue más simbólica que otra cosa. También el SVP pretende que los foráneos condenados por delitos graves sean expulsados del país. La propuesta ganó un referéndum en 2010, pero la repiten porque el Gobierno se "empeña" en no aplicarla. Otra de las iniciativas, "Alto a la sobrepoblación, sí a la preservación duradera de los recursos naturales", propone que el aumento de residentes tribuible al saldo migratorio no exceda del 0,2% por año.

El "motor" de estas propuestas es, para Gómez, el "miedo" junto a un "reflejo de protección". "Cada vez que hay crisis fuera, los suizos tienen el reflejo de cerrarse, incluso gente abierta", afirma. "No se trata de que no puedan ver a los extranjeros", sino de que, "como en Suiza las leyes se aplican bastante, buscan bloquearlas para que no se produzca lo que ven como una invasión", porque "perciben que hay más presión de gente de fuera que en un primer momento puede trabajar más barato y creen que pagarán el precio". Algunos patrones "usan eso como coacción".

Aunque espera que Suiza recuerde que "no se puede permitir cerrar del todo la frontera por sus exportaciones" y porque "vive de su prestigio fuera", también augura que, si la crisis sigue, "es probable que se vote cada vez más iniciativas y referéndums contra la inmigración". Lo mismo opina Abelenda, quien cree que "hay riesgo de que prosperen porque los suizos tienen la impresión de acoger a todos los parados de Europa": "Por inseguridad no, pero quizás se sientan invadidos". No obstante, aclara que el Consejo Nacional no ve con buenos ojos limitar los inmigrantes. Esta semana, de hecho, el Consejo Nacional (Parlamento) rechazó la iniciativa que SVP llevará a consulta para fijar contingente alegando su contribución a la prosperidad del país. Y el pueblo suizo suele votar, apunta Abelanda, en la dirección que marca.

Pese a todo, Gómez no cree que "vaya a haber restricciones enormes" para los gallegos por culpa de "leyes racistas" porque existe "buena impresión de ellos". Sí las puede haber "en el mercado de trabajo". Ese es también el temor de Abelenda, quien dice que "trabajo de momento hay" aunque no sabe "hasta cuándo". Mientras, los gallegos siguen llegando. Y ahora, al perfil de hipotecado en apuros se suman ya casos incipientes de víctimas de las preferentes, admite Abelenda.