Lino Rivadulla dio sus primeros pasos como futbolista en un Callobre que por aquel entonces no estaba federado. De allí dio el salto al Estradense, equipo en el que militó durante once temporadas y al que a día de hoy todavía acude a ver. "Me encanta lo que están haciendo ahora, con tanta gente de la casa", reconoce. "Cuando yo jugaba hubo una época en la que éramos todos de aquí y lo pasábamos genial. Luego vino otra directiva y empezaron a traer gente de fuera y todo se estropeó. Quedamos solo cuatro de A Estrada, Goldar, Toño Rivas, Carballo y yo. Yo era el capitán del equipo pero aquello fue fatal", recuerda. "En Callobre siempre hubo equipo pero en el 77 fue cuando se federó. Yo siempre estudié y decidí sacarme el título de entrenador. Lo hice en A Coruña. Había 110 personas en el curso y yo fui el número 5. Ya con el título vi que había unos chavales que jugaban en Callobre cuando yo iba a buscar a los míos al colegio. Jugaban todos al montón detrás de la pelota. Decidí hablar con el presidente, Manuel Dono Seoane, para proponerle hacer un equipo federado de chavales en Callobre y me ofrecí como entrenador. Se fueron juntando chavales e hicimos el primer equipo. Un infantil", recuerda Rivadulla.

A partir de ahí el club continuó creciendo hasta llegar a codearse en algunas categorías con los mejores equipos de Galicia. "El Callobre llegó a tener tanta fama que incluso íbamos a jugar torneos a Gijón", explica. "Hubo una época en la que todos los niños querían venir a jugar al Callobre. Una vez incluso nos vimos desbordados con tantos niños y tuvimos que hacer más equipos", recuerda.

Rivadulla fue el entrenador de grandes generaciones de jugadores, una relación que se mantuvo durante años posteriores. "Por aquí pasaron jugadores como Germán Campos, que aún a día de hoy me da un abrazo cada vez que me ve. Aún era mejor el hermano, Carlitos. Que manera de marcar goles. De todos lo que tuve me quedo sin embargo con Pablo Leis, un gran jugador. Pero también tuve otros muchos muy buenos. Recuerdo que tenía a Pombo de ayudante y cada chaval que me mandaba de A Estrada a Callobre era buenísimo", explica.