"Una persona inquieta, un pionero, que desde una pequeña villa entró en el mundo de la aviación". Por este motivo, Baiona rindió ayer homenaje a Manuel Barreiro Álvarez, el primer aviador de guerra español. El general de brigada, piloto entre los pioneros de la aviación militar española fue el primero de los caballeros laureados de San Fernando. Su sobrino, Guillermo Barreiro del Barrio, recogió ayer en nombre de la familia el diploma que lo acredita como hijo predilecto de la villa a título póstumo. Se cumple así la decisión que la Corporación municipal tomó el pasado 6 de junio.

Decenas de personas arroparon el emotivo acto que arrancó en el hotel Pinzón, el inmueble donde el piloto nació en 1880 y falleció en 1940. El edificio que desde ayer luce una placa en honor de aquel ilustre vecino, descubierta por su sobrino, en compañía del general de división Miguel Moreno Álvarez, y el alcalde, Jesús Vázquez Almuiña. Uno de los momentos más emotivos llegó con el toque de oración "la muerte no es el final" del Ejército del aire".

Cecilio Yusta Viñas, miembro de número del Instituto de Historia y Cultura Aeronáuticas del Ejército del Aire, ofreció una de las conferencias más aplaudidas en la villa, en la que mostró imágenes desconocidas para la mayoría de los presentes de Barreiro en su misión marroquí, así como su hoja de servicios. El orador destacó el valor del baionés, que con su compañero Ríos, dio a la aviación española lo que se conoció como su "bautismo de sangre". En su ya quinto vuelo, el 19 de noviembre de 1913, los dos pilotos fueron heridos de bala en el Monte Cónico de Marruecos. Por ello fueron distinguidos un mes más tarde con la Cruz de Primera Clase de María Cristina y con la Cruz Laureada de San Fernando en 1922. El baionés recibió esta última de manos del Rey Alfonso XIII en un acto en Vigo, en el colegio de los Padres Jesuitas, a petición de la asociación de antiguos alumnos del centro.

En la escuela de la misma congregación en Camposancos estudió Barreiro, después de aprender sus primeras letras en el colegio de San Cosme y San Damián en Baiona. A los 18 años ingresó en la Academia Militar de Ingenieros de Guadalajara, de donde salió en 1905 con grado de teniente. Después de varios destinos, en 1911, fue ascendido a capitán de ingenieros, cargo con el que emprendería su gran hazaña, aunque acabó después su carrera militar como general de brigada.

Pero las ponencias de ayer no solo destacaron la trayectoria castrense del piloto baionés, sino también la humana. Guillermo Barreiro del Barrio subrayó su "bonhomía, decencia y valentía". El único asistente al acto que lo recuerda en vida insistió en agradecer la distinción al pueblo de Baiona y recordó la admiración que los coetáneos de su tío le profesaban. Cuando regresó a Baiona tras recuperarse de sus heridas de guerra, fue vitoreado por sus vecinos y recibido con una comitiva oficial y música de banda.