Ferreira Vázquez vendió por fin a "Conforto" después de 6 meses de tratos con el carnicero natural de Lira, Andrés Campos. Podría ser un trato exento de interés de no ser porque "Conforto" es un toro negro, ex semental de pura raza caldelá, que pesa más de una tonelada y que generó un desfile de interesados en su granja "porque la carne de esta especie está muy buscada".

La caldelá es una raza original de Castro Caldelas de la que quedan en Galicia menos de 1.100 cabezas y por lo tanto está en peligro de extinción.

"Conforto", explica Jesús, "fue llevado a As Neves para ser el rey del prado". Lo adquirió hace tres años en una explotación de la sierra de Caurel, donde existen algunos criadores registrados. Llegó a As Neves contento para estar al frente de un grupo de vacas registradas, también de la misma raza. "Era una preciosidad verlo con su planta entre las vacas", explica Jesús.

Añade que "Conforto" se hizo al rebaño, se adueñó rápidamente de su espacio en la parroquia de Cerdeira y de sus vacas a las que montaba con la maestría de un veterano en las lides de la montada, como un "don Juan de los toros" se "cepillaba", una a una, a todas las vacas de la manada. Pero, narra con pasión Jesús Ferreira, "Conforto" era también un animal celoso de su espacio, libre, y miraba de reojo a quien se le acercaba, y eso fue lo que le hizo a un amigo suyo que entró en el cercado. El ataque fue al más puro estilo "ratón", el toro bravo que este verano llenó las plazas de toros de media España, con su furia y al que ningún aficionado pidió la muerte. "Conforto" embistió al visitante y le lanzó por el aire más de cinco metros. La presencia de Jesús calmó a la fiera y el amigo pudo ser llevado al hospital, donde tardó en recuperarse varios días.

Dice que el toro no le olvidó y en otra ocasión su mera presencia a metros de distancia alteró al astado, al que se le empezaron a ver mañas de excesiva vehemencia.

Fue entonces cuando el propietario, a pesar del magnífico semental que era, optó por su castración y a partir de esa fecha decidió darle una vida apartada hasta el momento de la despedida. Esta ha llegado; la próxima semana responsables del matadero de A Cañiza procederán a cargar el animal para su transporte a pesar de su más de una tonelada de peso y después de ser sacrificado, el carnicero Andrés Campos repartirá la carne en su pequeña carnicería de Fontenla-Ponteareas "hasta un máximo de cinco kilos por persona", para que nadie que lo desee se quede sin un bocado del caldelá puro "del que me aseguran que es excelente", dice Andrés.

Campos, que acostumbra a cerrar tratos con Jesús, vende exclusivamente a particulares, y huye de la venta a restaurantes por lo que "a carne deste caldelá no vai ser despachada en ningun asador", añade con orgullo. Hace un año, se hizo con uno de los últimos bueyes del país que quedaban en la comarca, en Vilar-Mondariz "e sacaronmo das mans".

Jesús, tras cerrar el trato añadió que estaba orgulloso de ceder el ejemplar a un carnicero local "porque tira pola terra". Se dieron la mano ante el toro, pero a distancia, Andrés sentía que el astado le estaba mirando de reojo, quizas adivinando su destino.