Es como cuando los hombres del tiempo nos detallan el cúmulo de factores que provocan una ciclogénesis explosiva. Eso le sucedió al Celta en el Camp Nou. Se juntaron a la misma hora y en el mismo escenario el incontrolable e irrepetible genio de Leo Messi con la versión más apática, imprecisa y desordenada del Celta. El 5-0 fue la consecuencia lógica de la tormenta que el argentino desató en el área viguesa para resolver en menos de media hora una eliminatoria que parecía abierta y en la que los de Unzué aspiraban a alimentar su leyenda de buenos resultados ante el Barcelona. No quiso Messi. Y el Celta, lejos de resistirse, le puso la alfombra. Y eso no se le hace con los genios porque ya vienen con ella desde casa.

messi

No existe antídoto contra él. Inspirado es una fuerza descomunal. Ya no solo por lo que juega, sino por el pánico que genera en el rival, que no sabe qué hacer para detenerlo Su repertorio es tan amplio que ahora resuelve los partidos con el regate, con el disparo, con el pase o incluso con la mirada. Messi es el principal culpable de lo sucedido en el Camp Nou. El argentino se zampó las esperanzas del Celta en un par de minutos. Sin inmutarse, como quien enciende la luz de forma instintiva en una habitación. Su gran logro además fue anular la esperanza de los vigueses que entendieron con rapidez que no iba a ser la noche. Asumieron demasiado rápido que no podrían frenar a Messi y, lejos de resistirse como sucedió hace unas semanas en la Liga donde el argentino también estuvo impresionante, el Celta se quedó sin alma, resignados ante un prodigio. Messi les había robado la esperanza.

la banda de alba

El reproche principal que se le puede hacer al Celta y a Unzué es que el Barcelona le destrozó por la vía que esta temporada está siendo su principal suministro de juego y goles. Es como el Wimbledon de los años noventa que te ganaba siempre a cabezazos. Era un suicidio no prepararse para esa clase de batalla. La sociedad Alba-Messi, un quebradero de cabeza para cualquier equipo que se cruza con ellos esta temporada, abrió en canal a los vigueses. No funcionó la alineación de Unzué ni las decisiones individuales de los jugadores. Alba asistió en dos goles al argentino y acabó por marcar el tercer tras un pase de Messi. Aquella banda era una autopista para el Barcelona. Mallo se vio desbordado, Wass (que ocupó la derecha en una línea de cuatro centrocampistas) tampoco compareció y Emre Mor se limitó simplemente a hacer algún leve amago de seguir al lateral. Un desastre que el Celta pagó de forma importante.

emre mor

Apareció en la alineación por sospresa en lugar de Maxi Gómez.Es evidente que no es el mejor día para evaluar al turco, pero dejó claro que no juega en el Celta porque primero tiene que entender muchas cosas antes de ganarse un puesto en el equipo. La calidad le ayudará a crecer como jugador, pero antes de nada tiene que integrarse en el funcionamiento colectivo del Celta. Ayer ni molestó por su banda a Jordi Alba y con la pelota en los pies dejó leves apuntes. Hay que tener paciencia con él, pero también es lógico que la gente quiera ver los catorce millones que costó el pasado verano.

Nadie se salva

El Celta, por si fuera poco su pobre nivel defensivo, fue incapaz de articular un solo ataque en condiciones en el primer tiempo. El naufragio fue general. En el partido de Liga Unzué aprovechó en ocasiones la vía Maxi Gómez (para que aguantase el uruguayo el balón) pero esta vez sin ese recurso el Celta no encontró un solo camino. Bien tapado Lobotka, inexistente Jozabed, perdido Wass...con el balón en posesión del Barcelona los de Unzué se fueron incrustando en su área y en ese ataque de pánico se olvidaron de la intensidad, de las marcas y Messi no perdona esa clase de cosas.

cuatro faltas

El Celta dio por momentos la impresión de que eligió el camino de esperar al Barcelona, esperar a que cometiesen algún error, a que les pudiese la impaciencia y castigar con su velocidad a los centrales. Pero no le dio tiempo. Murieron antes de tener esperanzas. Culpa de su partido y de una falta de intensidad que demuestra un dato demoledor: cuatro faltas hicieron en todo el partido, una en el primer tiempo. Así es imposible.

maxi gómez

El único que le puso algo de carácter con su presencia. Sus 21 años tienen poco que ver con los de Emte Mor. Entró con el partido sentenciado, pero aún así no renunció a buscar su oportunidad, peleó lo poco que le mandaron y defendió con orgullo el buen nombre que se ha ganado.