El cierre de la grada de Río ha originado tres corrientes de opinión entre el celtismo: los que responsabilizan al Ayuntamiento, los que centran las quejas en el Celta y los que reparten culpas entre la administración local y el club. Tres de las principales peñas que ocupan asientos en esta gradería y que tendrán que seguir por televisión el partido contra el Atlético de Madrid coinciden en señalar al gobierno local por el contratiempo. A pesar de las iniciativas de protesta para esta tarde, los colectivos consultados por este diario consideran estériles estas movilizaciones ante la imposibilidad de abrir el graderío.

"Nos da mucha rabia, nos fastidia, pero qué le vamos a hacer. Cuando te plantean que es por un tema de seguridad, que viene sugerido por los técnicos, qué vas a decir. No podemos ponernos caprichosos y decir ahora que se tiene que abrir la grada", explica Alberto Fraga, presidente de la peña Irmandiños 1923, situada en Río Bajo y la más numerosa de la grada clausurada.

"Estamos bastante alucinados de que 9.000 personas se queden fuera en un partido importantísimo y eso constata que todo lo que es la obra se está haciendo de una forma lamentable. Al final, esto tenía que explotar por algún lado", sostiene César Rodríguez, del colectivo Lío en Río.

"El Celta ha hecho las cosas muy mal en muchos momentos, pero esta vez no es culpa suya y Mouriño lleva mucho tiempo diciendo que el Celta tenga su propio estadio para no tener que depender de otros", conviene Álvaro Torras, de la peña La Previa.

A César Rodríguez le preocupa el riesgo que pudieron afrontar los aficionados de Río en partidos anteriores, cuando las piezas ahora retiradas ya estaban sobre la techumbre de la grada. "¿Hemos estado debajo de esa cubierta en mal estado? Espero que lo aclaren".

"La obra tiene bastante de chapuza, con mucha improvisación, los plazos se dan con mucha alegría, además el aviso de cierre llega a las nueve de la noche, sin margen para maniobrar", recuerda Fraga.

"El Celta ha hecho lo que está en su mano, que es devolver el dinero de las entradas. ¿Cómo se puede realojar a 9.000 personas en menos de 36 horas?," cuestiona Torras.

Un socio de Río que reside en Nueva York tuvo que recurrir a la generosidad de un abonado de Tribuna para no perderse el partido de hoy. Al llegar a Vigo, tras cruzar el Atlántico, se encontró de bruces con la decisión del Ayuntamiento de cerrar la grada más populosa.

Muchos aficionados plantean acciones de protesta. "Sería enrarecer el ambiente y que se difumine el sentido homenaje a las víctimas de los incendios forestales", apunta César Rodríguez.