El Celta regresa esta noche a Balaídos con un inédito enfrentamiento ante el Girona (21.00 horas, Gol TV) que va a calibrar la fiabilidad del equipo de Juan Carlos Unzué en el primer ciclo competitivo de la temporada. El choque ante el conjunto que dirige Pablo Machín, otro recién ascendido, supone todo un reto para los celestes, que tienen la oportunidad, por segunda vez este curso, de encadenar dos triunfos consecutivos antes de que la Liga se detenga dos semanas por los partidos de clasificación para el Mundial de Rusia.

El desafío es doble: dar continuidad al amplio triunfo obtenido el pasado domingo en Ipurua para impulsar al equipo en la tabla y avanzar desde la autoestima que proporcionan las victorias en la construcción del proyecto estilístico que Unzué tiene entre manos, pero también firmar un partido verdaderamente convincente en casa después de un inicio campaña desigual, de luces y sombras, con rachas de buen juego y algún destello de brillantez deslucidos por gruesos errores defensivos y notorias dificultades para gestionar la ventaja adquirida en el marcador.

"Necesitamos encarrilar victorias, sino difícilmente nos vamos a colocar donde queremos estar", ha reconocido Unzué, que tras los pitos recibidos por el Celta en su último equipo en casa es plenamente consciente de la necesidad de enganchar a la afición con partido verdaderamente convincente.

La contundente goleada endosada al Eibar ha calmado las aguas, pero el equipo continúa en tierra improductiva, equidistante entre los puestos de descenso y la anhelada zona europea, y necesita triunfos para seguir creciendo y tranquilidad para que cuaje la nueva idea. Y todo ello sin perder de vista las vicisitudes del calendario, que se empina peligrosamente en su último tramo.

Para sumar segundo triunfo del año, el preparador céltico dispone prácticamente de todo su arsenal futbolístico. A la cita frente a los blanquivermells faltará apenas Nemanja Radoja, que no ha superado sus molestias en la rodilla y causa baja por quinto encuentro consecutivo. Al centrocampista serbio, que ayer inició el trabajo con el grupo, se les espera ya en plenitud de facultades para el próximo partido, contra la UD Las Palmas, tras el parón de selecciones.

Fiel a sus costumbre, Juan Carlos Unzué oculta pistas sobre la alineación, que dará a conocer a sus jugadores hoy, en la charla previa al partido. Las incógnitas están abiertas en todas las líneas, empezando por la portería, donde Rubén Blanco apunta a titular después de situarse bajo travesaño en Ipurua seis meses después de su última participación con el cuadro celeste. Aunque Unzué volvió a dejar ayer claro que la portería del Celta no tiene inquilino fijo, todo hace indicar que dará algo de continuidad al mosense esta noche en Balaídos.

En la defensa, Mallo y Jonny parecen seguros en los costados y queda por ver qué piezas utiliza Unzué en el eje de la línea. El técnico podría optar por Cabral y Sergi, una pareja que le dio muy buenos resultados en Ipurua o bien introducir a Fontás en la ecuación, bien acompañando al argentino, bien como complemento del barcelonés.

La presencia del argentino Facundo en el once Roncaglia parece más difícil. Aunque lo considera principalmente un defensa central, el preparador céltico solo le ha dado 75 minutos en siete partidos, lo que hace indicar que el versátil defensor argentino es el cuarto hombre en su orden de preferencias.

No mucho más claras están las cosas en lo que respecta al medio campo. La única evidencia en este caso es la presencia de Pablo Hernández en el vértice inferior de la línea. El gran momento de forma del internacional chileno pero, sobre todo, el excelente rendimiento que ha ofrecido en los últimos encuentros en ausencia de Radoja, le garantizan, sobre el papel, la titularidad. Más complicado es conocer la identidad de los dos hombres que ocuparán las posiciones de interior. En este caso, todas las combinaciones parecen abiertas. Unzué podría repetir con Wass y Lobotka o bien optar por el danés y Jozabed o probar con el eslovaco y el sevillano. Como ocurre en el caso de los defensas centrales, la línea entre la titularidad y la suplencia es en la demarcación de interior sumamente difusa.

El regreso de Guidetti, que ya jugó algunos minutos en Ipurua, no parece que vaya a condicionar los planes de Juan Carlos Unzué para el frente ofensivo. La recuperación del sueco añade recursos al ataque, pero no da la sensación de que el técnico vaya a mover sus piezas. Aunque no se ha estrenado, Iago Aspas es poco menos que intocable; Maxi, pese a no marcar en el último partido, ha acreditado una pegada demoledora; y Pione Sisto llega al choque en su momento más dulce del curso. La opción de Emre Mor, tal como deslizó ayer Unzué, no está de momento sobre la mesa, si bien el técnico se mostró convencido de que el momento del joven internacional turco no tardará en llegar. Antes debe asimilar conceptos y mejorar su condición física.

El Girona, mientras, se presenta esta tarde en Balaídos en un momento más delicado, agravado por la falta de gol. El equipo de Pablo Machín suma tan solo tres tantos en las seis primeras jornadas ligueras y no anota desde el pasado 26 de agosto,, en la segunda jornada, ante el Málaga. Al Girona le cuesta hacer goles (lleva 422 minutos sin marcar) y no mucho encajarlos, pero no ha dejado malas sensaciones para tratarse en un novato en la categoría y espera rectificar su rumbo puntuando esta noche en Balaídos.

Pablo Machín cuenta con cuatro bajas por lesión (Granell, Muniesa, Timor y Amagat) y medita realizar algunos cambios en el once con respecto al que cayó dando guerra la pasada jornada en el derbi ante el Barcelona.