Ciclismo

La tempestad destroza la etapa 1 de La Vuelta en Barcelona

Rayos, truenos, lluvia y falta de luz provocan una contrarreloj caótica, con quejas de Evenepoel y con victoria sorpresa del DSM, que salió de día.

Sergi López-Egea

Las bicicletas son para el verano, para días de sol, para rodar por Barcelona sudando sólo por respirar y contagiados por el calor diabólico que había hecho toda la semana. Y, de repente, pareció que el cielo caía sobre la cabeza de los corredores de La Vuelta, como si la capital catalana entrase en un túnel tenebroso, como si se apagasen las luces de la ciudad para comenzar la etapa de día y acabar de noche.

No hubo suerte, pero sí caídas. No salió el sol porque como si una maldición se hubiese apoderado de la Vuelta en cuanto el equipo Caja Rural, el primero en partir, se situó en la playa del Somorrostro, las nubes echaron el cerrojo y mostraron el camino de los rayos y truenos. No tiene suerte Barcelona con el ciclismo. En 2009 llegó el Tour. No había llovido desde la primavera y cayó lo que no estaba escrito. Y, entonces, como este sábado, el público decidió ignorar las inclemencias del tiempo y lanzarse a la calle para aplaudir a unos corredores que en la última fase de la etapa, con noche cerrada, cuando actuaban los equipos favoritos, casi resultaba imposible identificarlos.

Ganó el conjunto DSM, con el mismo tiempo que el Movistar, porque salió de día y también cuando el circuito todavía no estaba tan mojado como al final. Entonces se veía y los focos de los coches no se convertían en destellos que todavía molestaban más a los corredores.

Fue algo imprevisto porque, aunque se esperaba la lluvia, nunca hubo indicios de que Barcelona se convirtiera en una ciudad dantesca para los corredores, sobre todo para los que salieron los últimos que hasta hubiesen agradecido llevar un foco en la parte frontal de la bici para que los iluminase y los lanzase por las calles de la capital catalana.

Evenepoel, enfadado

Remco Evenepoel, ganador el año pasado, ciclista muy expresivo, de carácter peleón, llegaba muy enfadado y se quejaba de la falta de luz. “Lo importante era no caerse”, reflexionaba Enric Mas, feliz porque el Movistar, su equipo, casi gana la etapa y porque para él fue fantástico cruzar la línea de meta con mejor tiempo que rivales como el propio Evenepoel y los que parecían intratables en una contrarreloj por escuadras, el Jumbo de los grandes, de Primoz Roglic y Jonas Vingegaard, los que se abrazaron en la meta, pero no por ganar, sino por no haberse caído. En la plaza de Espanya parecía que había un sujeto invisible que tumbaba a buena parte de los corredores en la última curva del circuito barcelonés.

Lo razonable es lo que hizo el Jumbo. Si arriesgaban se podían ir al suelo y no era plan perder la Vuelta a las primeras de cambio. Que ganase el DSM, el conjunto que lidera Romain Bardet, que ya no es el mismo corredor que hace años aspiraba al podio del Tour, no supone ninguna amenaza para los conjuntos potentes de la ronda española. Mucho menos problemas creará el italiano Lorenzo Milesi que se colocó como primer líder de la prueba porque fue el primer ciclista del conjunto DSM que cruzó la línea de meta. En su vida se le ocurrirá acudir con huevos a Santa Clara implorándole que no llueva porque para él fue agua bendita la que cayó sobre las calles de Barcelona.

Deportivamente nulas conclusiones aportó la primera etapa porque nada de lo planificado se pudo llevar a cabo. A oscuras no se puede correr y no es bueno retrasar tanto las etapas buscando una mejor audiencia. Ya se la jugaron mucho con las mujeres subiendo al Tourmalet a las 7 de la tarde en la penúltima etapa del Tour Femenino.

Tampoco ayudó que hasta las 20.45 horas no estuviera previsto el encendido de la ciudad. Una pena porque Barcelona y los aficionados que se lanzaron a la calle se merecían una mejor lectura del estreno de la Vuelta que el mal tiempo destrozó.