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"All the people? So many people"

El músico vigués Nicolás Pastoriza rememora el impacto -más que directo- que tuvo en él "Parklife", magistral álbum de Blur del que ayer se cumplieron 25 años de su publicación

Blur, con Damon Albarn segundo por la izquierda, en la época de "Parklife".

"C hicas que quieren chicos

A los que les gustan los chicos para ser chicas

Quienes hacen que los chicos sean como chicas

Quienes hacen que las chicas sean como chicos

Siempre debería ser alguien a quien realmente amas"

El 6 de junio de 1994 por la tarde me encontraba en Madrid merodeando por los pasillos de mi discográfica de entonces (RCA) perdiendo el tiempo y sin tener muy claro qué hacer tras negarme a ir a un concierto de los Lemonheads en el Aqualung al que iba todo el mundo, aun teniendo las invitaciones conseguidas por Javier Liñán, AR de la compañía, que insistía en que fuéramos juntos. Al final cedí y para hacer tiempo hasta la hora del susodicho concierto, JL me pidió que lo acompañara a un showcase de tarde en la sala Morocco, donde una banda inglesa presentaba a prensa y trabajadores del showbiz su nuevo LP recién salido del horno. La banda se llamaba Blur, a la que vagamente reconocía por un par de temas y por la portada de su primer disco titulado "Leisure", donde aparecía una bañista de innegable parecido con una amiga mía. Hoy estrenaban el último disco con otra portada realmente inquietante (y fea) donde dos galgos muy tensos intentan ganar una carrera como si su vida dependiera de ello corriendo sobre las letras del escueto título: "Parklife".

Sin mucha fe, me aproximo al escenario y me apoyo en él con mi cerveza, además del CD y un folleto informativo que entregaban a los asistentes. Me apoyo justo delante de la alarmantemente inmensa pedalera del guitarrista, muy cerca de unos chicos con parka (en junio... aún no se habían diseñado las parkas de entretiempo) dejando atrás a entretenidos periodistas musicales y algún que otro músico local entre los que reconozco a Jaime Urrutia. La banda sale al escenario en actitud estudiadamente indolente y arranca con "Girls and Boys": Toma... primera en la frente. Los periodistas y el famoseo siguen entretenidos con sus cosas allá atrás y delante solo estamos los CUATRO mods dando saltos, yo y dos más. A partir de ahí toda la narrativa de personajes y situaciones agrupadas en las 16 canciones como capítulos del disco van siendo desgranadas con todas sus sublimes melodías, arreglos de guitarra e historias de gente común pillándome absolutamente desmarcado. Todas las bandas y solistas con las que crecí y que hasta entonces me habían inspirado estaban en "Parklife", pero como re-actualizados por aquellos cuatro insolentes en ropa deportiva. Los Beatles, los Kinks (fundamentalmente), los Who, Bowie, Pistols, Weller, Clash, XTC, Smiths, Costello, Julian Cope, New Order, Madness, Specials... Era como si todo aquel horrible panorama dividido entre el grunge y Guns N' Roses se empezara a diluir definitivamente ante lo que ya se empezaba a acuñar como la nueva-nueva ola... Habían logrado coger las mejores influencias y pasártelas por la cara con camuflada elegancia en 16 increíbles temas.

"La confianza es una preferencia por el voyeur habitual de lo que se conoce como Park-Life"

Tras la machacona secuencia de "Girls and Boys" y su imborrable estribillo a todo rabo, jugando con las crepitantes guitarras de Graham Coxon que a su vez retorcían mis tímpanos, un todavía imberbe Damon Albarn se abalanzaba sobre los CUATRO mods gritando "All the people! so many people...!" bendiciéndonos con una lata de cerveza como quien porta una antorcha en los juegos olímpicos. Surrealista. Al tener el disco en mis manos podía seguir las letras a tiempo real tan ricamente apoyado en el escenario a pocos centímetros de la terrible pedalera como si de la barra de un bar se tratara (más surrealista), ya que las escasas 150 personas eran prácticamente invisibles y distantes... salvo los CUATRO mods y la cara de desaprobación de Urrutia ante tan poca gallardía torera y tanta insolencia sajona. En todo caso no imaginaba, aún tras volarme la cabeza a la primera, que aquel disco llegaría a ser parte fundamental de la década de los 90 y de la música británica en general. Detrás de aquel explosivo comienzo vino "London Loves", "Tracey Jacks", "End of the Century", "Bank Holyday"...

"La abuela estrena dentadura postiza para poder comer la parte dura de la pizza... los puentes festivos vienen en packs de cervezas seis veces al año".

La sarcástica y conmovedora mirada a la nueva Inglaterra heredada de Ray Davies que inspiró a Damon Albarn tras leer "Campos de Londres" de Martin Amis proyectaba un paisaje con unos personajes que no se me hacían nada lejanos puesto que todo lo que por aquel entonces y mucho después yo escribía, bebía de aquellas mismas fuentes pop e intentaba focalizarlo en mi entorno. Kurt Cobain había muerto un mes antes, pero para mí los 90 empiezan así de impuntuales. Poco faltaba para la pelea interminable con Oasis, la ascensión de Pulp, de Elastica... los disgustos sampleados de The Verve, Tony Blair, los tiburones y ovejas de Damien Hirst y el remake cockney de D'Artagnan y los Tres Mosqueteros que fue "Trainspotting".

Tras el bis ("There's no other way")... o sea; el tema que le sonaba a todo el mundo del primer disco, y por lo que aquella gente dejó de rajar y se puso a bailar durante al menos tres minutos, salí de la sala con la sensación esa de estar por casualidad, un día anodino en el sitio adecuado. Me llevé el CD como oro en paño, las cervezas fueron digeridas y el folleto lo perdí...

Hace pocos años los volví a ver en Oporto en el Primavera Sound, donde toda una muchedumbre empezó a hacer temblar el suelo portugués ante el mismo comienzo: "Girls and Boys". Y yo allí en medio de la gente, de tanta gente, eché de menos a aquellos CUATRO mods y a mí mismo al borde de aquel pequeño escenario, delante de aquella pedalera descomunal, muchos años atrás.

Evidentemente el concierto de los Lemonheads careció de toda importancia.

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