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PLANES

Paisaje dunar

En el Parque Natural de Corrubedo todo se mueve. En especial, la Gran Duna moldeada por el viento. A su belleza, este enclave de Ribeira suma su biodiversidad

Panorámica del complejo dunar. // Cristina Yuste

El viento moldea a cada momento este enclave, en especial la gran duna, que se extiende como una reina de arena. Tiene más de un kilómetro de largo, unos 250 metros de ancho y unos veinte de altura. El parque natural de Corrubedo -formado por el complejo dunar y las lagunas de Carregal, de agua salada, y la de Vixán, de agua dulce- es un litoral de excepcional belleza con una elevada riqueza biológica donde habitan miles de especies.

Entre juncos y carrizos viven más de tres mil aves acuáticas como cercetas, zarapitos, correlimos, chorlitejos?, además de nutrias, anfibios, reptiles, plantas endémicas y muchas otras que son perfecta representación de los ecosistemas ltorales. Las lagunas de Carregal y de Vixán, están catalogadas como humedales de importancia internacional, con amplias comunidades ligadas al medio acuático.

El ecosistema registra además un microclima particular, representativo de los 1.300 kilómetros de costa de Galicia debido a su biodiversidad, tanto en el mundo animal como vegetal. La duna avanza a una velocidad de dos o tres centímetros cada año dentro de las mil hectáreas de extensión que tiene el parque.

Para conocer la belleza y biodiversidad de este enclave único se encuentra la Casa da Costa, el centro de recepción de visitantes del complejo dunar. Aquí se ubica también el Cielga -Centro de Interpretación dos Ecosistemas Litorais de Galicia-, un museo con exposiciones sobre aspectos biológicos y botánicos del parque y de otros ecosistemas costeros. Se trata de un equipamiento divulgativo que llama la atención por su arquitectura de cúpulas transparentes. Se abren a la costa y evocan un barco, y las panorámicas que ofrecen desde los ventanales son excepcionales. El museo también resalta aspectos etnográficos y culturales, ya que hay desde aparejos de pesca a la recreación de embarcaciones. La visita ayuda a comprender la importancia del paraje.

Hay una red de pasarelas para no invadir las dunas y conocer el lugar. Los senderos están señalizados, con rutas fáciles de hacer para todas las edades. En Corrubedo merece la pena subir al mirador de Pedra da Rá, que ofrece una visión completa de este espacio costero. Otro punto de parada debe ser el faro, que comenzó a funcionar como guía para las embarcaciones en 1856. Desde la punta del cabo también se observa la masa de arena que no deja de moverse.

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