Estamos acostumbrados a que el cine nos explique cómo se va a desarrollar el apocalipsis: generalmente a causa de un virus que se expande en progresión exponencial. Un solo afectado basta para encender la mecha del fin del mundo. El cineasta libanés Ziad Doueiri ha buscado su "paciente cero", pero la enfermedad que él investiga es el conflicto político y social, por qué unos pueblos se enfrentan a otros y hay odios enquistados. Su buena mano tras la cámara, su redondo guion y sus convincentes actores han contribuido a componer una película de visionado obligatorio que además sirve para abordar complejos temas éticos, como el sufrimiento, y como aviso: basta una chispa...
El Big Bang de los conflictos