Al igual que no puede hablarse del cine sueco sin mencionar a Bergman, sería imperdonable referirse al francés sin tener en cuenta a Alain Resnais, uno de sus autores más longevos y coherentes, paladín desde sus inicios en la nouvelle vague en el estudio de las relaciones humanas, sobre todo de pareja, con cierta tendencia al drama no exento de ternura.

"Amar, beber y cantar" es como una síntesis de todos esos principios y, vista a posteriori, tras su muerte, puede leerse como un testamento autoral y vital. Resnais maneja a sus parejas-peones (sus actores fetiche) sobre un escenario abstracto y teatral y contempla la evolución de su enredo a lo Shakespeare con una mirada entre pícara y bondadosa, como para dar testimonio de un hecho indiscutible: así son los humanos.