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CRÍTICA

Hora de romper platos

El mayor encanto de la película es justamente la habilidad de Linklater para confeccionar un producto único

Jack Black es Bernie // Archivo

Repetir mil veces que la realidad supera a la ficción no convierte al tópico en falso, sobre todo cuando descubrimos que películas como la de Linklater -que llega tarde a nuestras pantallas, pero llega, gracias a Boyhood-, se basan en hechos que sucedieron, y que la similitud con el mundo real no se acaba ahí. Porque muchos de los testimonios sobre el personaje principal que desfilan por la película corresponden a sus vecinos de verdad.

El mayor encanto de Bernie es justamente la habilidad de Linklater para confeccionar un producto único, excéntrico y mestizo, como su protagonista, una comedia negra a la altura de la historia que retrata. Como todos los productos inclasificables, "Bernie" recibirá tantas adhesiones como críticas, pero se merece más las primeras.

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