Fresca, simpática original, ligera, dicharachera... De todo, menos seria. "Lo que hacemos en las sombras" está narrada como un falso documental, el formato ideal para invitarnos a conocer la vida privada de unos vampiros que bien podrían pasar por estudiantes que comparten piso si no fuera por sus un tanto escabrosas costumbres gastronómicas. Lo más divertido de esta producción que se pasa volando es comprobar cómo estas criaturas, cuya inmortalidad no las exime de las penalidades cotidianas, intentan, lo más dignamente que pueden, adaptarse a los usos y costumbres de los nuevos tiempos.
Quizás resulte exagerado encumbrarla a película de culto. Eso tendrán que decirlo los años, pero desde ya invita al disfrute de todo tipo de públicos sin nocturnidad ni alevosía.