Tras el siniestro, el octogenario que iba al volante del todoterreno se detuvo a unos 300 metros. "Estuvo allí unos minutos, no se llegó a apear; y después se fue", coinciden varios ciclistas. El conductor continuó su marcha hasta llegar al restaurante Area Grande de A Guarda, ubicado junto a la playa del mismo nombre. Manuel, dueño del establecimiento, lo vio llegar y, al ver los evidentes daños que presentaba el vehículo, ya se dio cuenta que algo grave había ocurrido. "El todoterreno tenía el parabrisas destrozado; el frontal estaba muy mal, no tenía matrícula ni defensa...", describe. El conductor, tras bajarse, se dirigió a él. "Estaba muy nervioso, descentrado, en estado de shock... En aquel momento me dijo que había atropellado a dos o tres ciclistas y que necesitaba un número para llamar, para avisar; le dije que telefonease al 061 y yo ya llamé de inmediato a la Policía Local", cuenta el responsable del restaurante.

Manuel confiesa que se puso "muy nervioso". "Al ver el estado del vehículo ya supe que aquello era muy grave; cogí mi coche y fui al lugar del accidente para ver en lo que podía ayudar y ya vi que los ciclistas afectados no eran ni uno, ni dos ni tres como recordaba el conductor..., que eran muchos más; creo que él no era consciente de las dimensiones de lo ocurrido", argumenta. Cree que el hombre fue a su restaurante para dar el aviso "porque nos conocía". "Es un cliente habitual, suele venir en verano; al principio dudé de que fuera Manuel, venía tan desencajado que me costaba reconocerlo... ", cuenta.

Los agentes municipales de A Guarda se desplazaron al establecimiento tras el aviso de que el conductor estaba allí. El todoterreno permaneció estacionado hasta que fue retirado por una grúa.