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Religiosos aislados en el rural, nuevo objetivo de las bandas violentas

Cuatro de los cinco asaltos a casas rectorales el último año en Galicia siguen impunes

La asistenta del sacerdote de Padrón falleció en el brutal ataque, al igual que el párroco de Vilanova dos Infantes. La agresión al cura de Pontedeume es la única ya resuelta

El cura de Domaio tras su operación.// Gustavo Santos

Los párrocos y las casas rectorales de Galicia se han convertido en objetivo de ladrones y asaltantes. En el último año seis párrocos fueron asaltados en sus viviendas, la mayoría de madrugada y con el robo como móvil, pero cuatro de los casos siguen impunes. La violencia empleada fue tal que la asistenta del párroco de Padrón falleció, al igual que el sacerdote de Celanova, donde también robaron la talla de la Virgen del Cristal. Ninguno de estos asesinatos se ha resuelto. La mayoría de estos sacerdotes ya tienen una edad avanzada por lo que es más complicado que se defiendan, y viven aislados al lado de sus iglesias, lo que allana el camino de brutales delincuentes.

Uno de los casos más recientes, y del que pocas pistas se tienen, es el ocurrido a principios del mes de agosto en la parroquia moañesa de Domaio. El párroco Samuel Aristizábal, de origen colombiano y con 55 años, fue amordazado de pies y manos y golpeado en repetidas ocasiones con una bombona en la cara por cuatro personas que accedieron a su vivienda. Sufrió fracturas múltiples en mandíbula y paladar por lo que tuvo que ser operado de urgencia. Los hechos ocurrieron pasada la medianoche del día 7 de agosto, cuando cuatro personas de origen extranjero forzaron de un golpe la puerta del domicilio. Al entrar al interior del inmueble, a cara descubierta y sin armas, golpearon al cura repetidas veces, lo tendieron en la cama y lo ataron de pies y manos, mientras exigían todo su dinero. El cura pudo desatarse y pedir auxilio a una vecina de confianza, quien fue la encargada de llamar a la ambulancia. Se apunta a un grupo del Este, pero no han sido detenidos.

La noche del pasado 9 al 10 de marzo, Adolfo Enríquez Méndez, de 77 años, cura de la parroquia ourensana de Vilanova dos Infantes, apareció muerto en un pajar cercano a la casa rectoral que habitaba. Su hermano encontró el cadáver en una visita a la vivienda, ya que hacía varios días que no se tenían noticias del párroco. Los ladrones desvalijaron la casa sacerdotal por completo llevándose la querida Virxe do Cristal, la imagen mariana más pequeña del mundo, de tan solo 5 centímetros. El cuerpo fue hallado boca abajo, con un golpe en la cabeza y sangre en la boca tras recibir una paliza. Aunque los investigadores apuntan a una banda extranjera, ni los asesinos han sido arrestados ni la pequeña talla recuperada.

El 14 de marzo, J.J.B.L., de 43 años y vecino de Santa Locaia de Parga preparó una comida para Alfonso Blanco Torrado, párroco de Guitiriz y persona con la que el hombre llevaba tratando varios años por su adicción a las drogas. El menú constaba de caldo con ansiolíticos. El cura comenzó a sentirse indispuesto en mitad de la comida, tanto que se quedó traspuesto y al levantarse mareado se cayó al suelo y se hizo una brecha en la cabeza. Su 'anfitrión' le robó el dinero que tenía en la cartera e intentó despertarle pero, asustado, avisó él mismo a una ambulancia y el sacerdote fue trasladado al hospital. J.J.B.L. recorrió los 45 kilómetros que separan Guitiriz de Lugo detrás de la ambulancia. Fue enviado a prisión provisional acusado del envenenamiento del párroco como supuesto autor de un delito de homicidio en grado de tentativa y de otro de robo.

Otro caso que se saldó sin heridos pero tampoco sin culpables fue el sucedido en la parroquia de Cotobade. El párroco de Tenorio, Jesús Escudeiro, de 85 años, fue atacado en la madrugada del 10 de abril mientras dormía en la rectoral de la parroquia. Escuchó ruidos de cristales e intentó encerrarse en su habitación, pero los asaltantes echaron la puerta abajo y entraron.

Dos atracadores con pasamontañas le intimidaron para que les entregase todo el dinero, aunque no le hicieron daño físico. Les dio su cartera y 600 euros que tenía dentro. Luego también se apropiaron de unos cien euros en monedas de los cepillos de la iglesia.

Otro de los casos también sin resolver es el asalto a la parroquia de Santa María de Cruces (Padrón) el 14 de septiembre de 2014, que terminó con la muerte de la asistenta del cura Ramón Barral Camba. La víctima, Maía Soto, tenía 79 años y llevaba 26 viviendo con el religioso. Se detuvo a dos sospechosos que quedaron en libertad a pesar de imputarles un delito de homicidio y robo con violencia.

Sólo tres semanas después, la madrugada del 4 al 5 de octubre, tres encapuchados maniataron al cura de Pontedeume, Ramón Caspón Raposo, sustrayéndole diversos objetos, tarjetas y dinero en efectivo. Dos varones, uno vecino de Arcade, fueron arrestados pero tras declarar quedaron en libertad con cargos.

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