En su momento la Guardia Civil lo consideró el sucesor, como líder de una organización asentada en Vigo, de Giovanni Lo Re, un capo de la mafia italiana capturado en 2008 en la ciudad olívica, extraditado a su país y detenido de nuevo dos años después en Portugal. Tras la extradición de Giovanni, la principal hipótesis policial fue la de que Marcos C.R., natural de Lugo, se trasladó a Vigo para "ocupar su lugar": pasó a usar presuntamente sus teléfonos, le buscó abogado al mafioso en Madrid... La sospecha era que "coordinaba" las actividades de la red entre la parte española y la italiana. Pero, con el traslado del capo se considera que poco a poco se "desinfló" esa mafia. Y finalmente la investigación judicial abierta por delitos de tráfico de drogas, armas, explotación de mujeres o blanqueo, que ocupaba más de 5.000 folios, acabó archivándose. Lo que sí se hizo fue desgajarse algunas piezas separadas, "flecos" de esa instrucción, y una de ellas fue la que llevó ayer a juicio y sentó en el banquillo a Marcos C.R. Judicialmente las sospechas de que sustituyó a Giovanni como responsable de la banda no salieron adelante, y por lo que se le juzgó ayer fue por actuar supuestamente como intermediario en la venta de casi 200 gramos de cocaína a otros dos traficantes, que ya fueron condenados por estos hechos, en un área de servicio de la autovía A-52 en A Cañiza.

El acusado, ya condenado en 2007 por un delito de tráfico de drogas y que en la actualidad está en prisión, se declaró inocente. El fiscal antidroga de la provincia de Pontevedra, Luis María Uriarte, solicitó ayer en el juicio que sea sentenciado a 6 años de cárcel y multa de 27.000 euros. Según el Ministerio Público, el 9 de abril de 2008 Marcos se trasladó junto a otro hombre -que estaba acusado en esta causa, pero que ya falleció- al Área de Servicio Quintáns, donde entregaron supuestamente 198 gramos de cocaína a dos individuos que apenas una hora después serían interceptados por la Guardia Civil en la autovía, a la altura de Ourense, con la droga camuflada en el falso techo del vehículo, en el habitáculo de la luz interior.

El imputado admitió que conocía a Ángel, una de las dos personas interceptadas con el estupefaciente. Eran vecinos en Lugo. Pero afirma que aquel día se encontró con él casualmente en esa gasolinera de A Cañiza. "No le entregué nada, no quedé con él para darle droga; fue una coincidencia y estuvimos tomando algo en la cafetería", dijo. El propio Ángel, que declaró por videoconferencia desde la prisión lucense de Bonxe donde cumple condena, negó que Marcos fuese quien le vendió la cocaína. "La droga me la dio una persona que no conocía", señaló.

Frente a la versión exculpatoria del acusado, la Fiscalía sostiene que él fue el intermediario en esa entrega de la droga por intervenciones telefónicas que lo demuestran y porque el encuentro de Marcos y Ángel en la gasolinera "no fue casual". "No entraron en el bar a tomar algo, como sostienen; estuvieron en el aparcamiento", expuso en la vista.

La defensa pidió sin éxito la nulidad de las intervenciones telefónicas que dieron lugar a este caso -cuando se pinchó el teléfono de su cliente por las sospechas de que sustituía a Giovanni en la organización-. Demanda la libre absolución y, en caso de condena, la atenuante de dilaciones indebidas.