Las piezas de convicción de varios juzgados de Ourense (pruebas relacionadas con delitos cuya desaparición reveló FARO) se robaron desde dentro. El presunto ladrón, detenido ayer en el Pazo de Xustiza, en cuyas dependencias todavía ocultaba buena parte del botín, es un trabajador de la casa con categoría de personal laboral de la Xunta. J. M. R.I. era un buen conocedor de los entresijos del edificio: oficinas, salas, despachos y archivos. Desde hace años, tras ganar una plaza, ejercía de "chico para todo". Ayudaba en las videoconferencias o a los operarios de mantenimiento. Esta misma semana se encargó de llevar los escritos y papeles desde el decanato a los juzgados ya instalados en el nuevo edificio de O Couto. Tras ser descubierto y a la espera de lo que decida la Xunta -que paga su nómina-, no podrá volver a su lugar de trabajo. La juez de Instrucción 3, de guardia, le imputó ayer un delito continuado de robo con fuerza tras interrogarlo. El trabajador pudo salir en libertad el mismo día de su arresto, pero sobre él pesa una orden de alejamiento que le prohíbe acercarse tanto al Pazo de Xustiza como al nuevo edificio judicial.

El sospechoso continuó trabajando y aparentando normalidad mientras los investigadores estrechaban el cerco. Agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) le informaron ayer de su detención por la oleada de robos, desde un mínimo de hace 2 meses, cuando entraba en su puesto a primera hora de la mañana. Los agentes lo escoltaron sin esposas. Casi en el acto se derrumbó. Según fuentes policiales, confesó los robos de pruebas de delitos alegando problemas económicos por los pocos ingresos de algunos familiares. La UDEV supone que iba a vender "poco a poco" los objetos que fue escondiendo en distintos lugares del Pazo.

En sus dependencias -una sala en el vestíbulo del Pazo- y en el almacén del sótano del edificio de juzgados, durante un registro que duró hora y media, fue indicando a los policías el paradero de joyas y objetos sustraídos, así como de la bolsa donde guardó los seis relojes de oro de Tomás Milia, exfarmacéutico asesinado en su piso de Ourense en 2013. También sustrajo presuntamente una cadena y un medallón que el homicida quitó a la víctima.

Las piezas, pruebas del robo que se imputa entre otros delitos al presunto autor, un joven rumano, desaparecieron de la caja fuerte de la secretaria de la sección penal de la Audiencia, donde se custodiaban a la espera del juicio. La secretaria se enteró al abrir la caja para buscar otras piezas de convicción. Fue abierta con la llave que la funcionaria guardaba en un cajón, lo que apuntó a un delito cometido por un conocedor de la casa.

El robo se comunicó al juzgado de guardia el 10 de febrero. Todos los relojes de Tomás Milia -valorados en 10.400 euros- y el resto de efecto relacionados con el crimen han sido recuperados. La familia tenía intención de reclamar el abono. A los juzgados le constaba la desaparición de esas piezas, otras joyas y un teléfono móvil que se custodiaban, respectivamente, en la Audiencia, Instrucción 3 e Instrucción 1. En el registro de ayer se encontraron más objetos presuntamente robados por el detenido y que éste había ocultado en cajas. Cooperó en todo momento, según las fuentes.

Venta

Algunos objetos robados en su lugar de trabajo ya los había vendido, y eso fue una clave fundamental para su detención. J.M.R.I. acudió a un establecimiento de compraventa de oro y allí entregó un escapulario, una cadena y un anillo. Así se delató, ya que estos negocios tienen la obligación de documentar e informar a la Policía Nacional de todas las transacciones.

Según los investigadores, el empleado de la Xunta pudo robar en más juzgados de los que se creía inicialmente. También está por esclarecer el periodo en el habría cometido el primer hecho. Desde hace días, las sedes están haciendo inventario de las piezas de convicción bajo su custodia. La fase de instrucción tratará de determinar el número de casos de los que fue responsable el operario de la casa. Lo cierto es que en el registro realizado ayer en el juzgado se encontraron, en cajas, un ordenador portátil -hace un tiempo desapareció uno de Fiscalía-, varios teléfonos móviles, relojes de pulsera y otras piezas de joyería.

De momento hay causas abiertas en dos juzgados distintos; afectados directos por los robos. No se descarta que la otra sala de Instrucción, la 2, acabe asumiendo el caso por conflicto de intereses.