Marín vivió ayer momentos de gran emoción y dolor al despedir a la última víctima mortal de la violencia de género en Galicia. Vecinos, amigos y familiares de Mónica Lorenzo, tanto de la villa como de Barro, se dieron cita en el Templo Nuevo para dar el último adiós a una persona, cuya familia es apreciada en el municipio, y acompañar a sus padres y hermanos en un trance tan duro. En Barro, también se vivieron instantes de dolor e incomprensión en el entierro de Daniel Carballal.

A la iglesia marinense acudieron, además de vecinos y amigos de la familia, miembros de la corporación municipal encabezados por la alcaldesa María Ramallo y representantes de asociaciones e instituciones locales que quisieron estar presentes en el último adiós de Mónica. La llegada del féretro al templo se vivió con escenas de gran dolor, impotencia e indignación ante una nueva víctima de violencia machista. Ya en el interior de la iglesia, el párroco que ofició el funeral quiso "compartir el dolor y el amor que la familia siente por Mónica", al mismo tiempo que expresaba su "indignación por lo que le ha pasado a ella y a más mujeres, pidiendo a Dios y a la sociedad que esto no siga pasando y que Mónica sea la última víctima", rogó el sacerdote. En este sentido, recordó la infancia de la fallecida en Marín, "cuando Mónica ejercía de segunda mamá en el cuidado de sus hermanos.

Los momentos más emotivos se vivieron en el cementerio, al depositar en el panteón familiar el féretro acompañado de ramos de flores de sus hijas y hermanas.

En Barro, bajo una fina lluvia numerosos vecinos acompañaron ayer en el duelo a los familiares de Daniel Carballal, que se ahorcó tras matar a su mujer de un disparo en la lcasa familiara de dicho municipio. Muchos vecinos recordaban también a Mónica con dolor por lo sucedido. Durante el paso de la caja fúnebre con los restos, el silencio fue roto por llantos de los familiares más allegados de Daniel. Las exequias en el templo de San Amaro fueron seguidas por más de 200 personas, entre los que se encontraba el alcalde del municipio, José Antonio Landín.

El crimen machista de Portela deja a dos menores huérfanas con solo 12 y 16 años. Las hijas de la pareja, que se encontraban en la vivienda en el momento del crimen, están ahora a cargo de familiares. La Xunta, en colaboración con los ayuntamientos de Barro y Marín, está haciendo un "seguimiento de cerca", por ser las más perjudicadas.