El dueño de un club de alterne situado en Guísamo (Bergondo) y tres de sus empleadas se sentaron ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial. Los procesados se enfrentan a una petición de 12 años de cárcel -seis por cometer un delito de trata de seres humanos y tres por cada uno de los dos delitos de prostitución coactiva que le imputa el fiscal-.

Tanto las tres trabajadoras como el responsable del prostíbulo negaron explotar a dos jóvenes de 22 años que presuntamente fueron engañadas por la prima de una de las sospechosas en Rumanía, ya que les ofreció trabajo en locales de hostelería en A Coruña. Las dos víctimas que denunciaron los hechos, según la Fiscalía, eran obligadas a ejercer la prostitución y dormían y comían en el local, de donde solo podían salir a fumar, pero aprovecharon un descuido para huir. Las afectadas afirmaron que permanecieron en el negocio entre el 29 de abril y el 3 de mayo de 2013.

Tanto el propietario del establecimiento como la encargada, la recepcionista y otra acusada de contactar con su prima para que le enviase chicas negaron que las dos jóvenes estuviesen retenidas. Así, sostuvieron que todas las prostitutas ejercían la prostitución de forma libre, "para ganarse la vida" y que negociaban el precio con los clientes.

Los beneficios que obtenía la empresa, según sus testimonios, provenían del precio que pagaban por el alquiler de las habitaciones -unos 50 euros- y por las copas que servían, que costaban alrededor de 10 euros.