"Cuando vi a mi hijo en la camilla pensé que se iba a morir; no se movía, estaba como un vegetal". Este fue uno de los testimonios más dramáticos que se escuchó ayer en el juicio por la sedación con Trankimazin de 9 bebés en una guardería de Vigo. La vista prosiguió con las declaraciones de los padres de los niños, entre ellos los progenitores del menor que fue el primero en ingresar aquella noche del viernes 12 de marzo de 2010 en el Hospital Xeral, quienes vivieron horas de "angustia" temiendo por la vida de su pequeño hasta que los médicos descubrieron que era intoxicación por benzodiacepina. Tras él ingresó otra niña y el resto lo hicieron casi todos el sábado tras hallar el centro hospitalario el nexo de unión de los casos en la escuela infantil "A Camelia" . Algunos padres fueron avisados por la guardería; otros por la Policía Nacional. Los menores tuvieron síntomas como somnolencia, vómitos, puntitos rojos en la cara, falta de tono muscular, alicaimiento, ojos "en blanco" o risa floja o "histriónica" "como si estuviera drogado". Y los venían sufriendo desde finales de febrero y durante esos primeros días de marzo, lo que coincidió con el período en el que la excuidadora acusada, Noelia V.G., trabajó en la guardería. Todos los bebés se recuperaron y no sufren secuelas.

Muchos eran padres primerizos y achacaban los síntomas al cansancio de la guardería, a que les iban a salir los dientes, catarros, problemas de gargantas u oídos. En algunos casos era la explicación que les habían dado sus pediatras cuando los llevaron preocupados porque sus hijos, la mayoría inquietos y activos, no parecían los mismos. Tampoco en la escuela infantil les avisaron de comportamientos anormales, pese a que algunos padres contaron que al recogerlos advirtieron a las cuidadoras que sus hijos no estaban bien. "Cuando me trajeron a mi hija tenía los ojos cerrados y como dando vueltas; dijeron que era de jugar", contó una madre.

El testimonio más dramático fue el de los primeros padres que llevaron al niño a Urgencias. Era un bebé de 7 meses que solo llevaba 12 días en la guardería. Desde el primer día estaba raro, pero el 12 de marzo, cuando la madre lo recogió, le dijeron que no había merendado, que llevaba 4 horas durmiendo. "Será una cura de sueño", le explicó una educadora. Pero la mujer cogió a su hijo asustada: contó que tenía "los ojos idos" , no se aguantaba en su sillita y tenía una "risa" y "movimientos extraños". Esperó en el coche a su marido, que al verlo dijo: "¡Está muy mal, hay que ir al hospital!".

Al llegar al Xeral el niño estaba como "un trapo" por la falta de fuerza. "La pediatra nos dijo que el niño no respondía; subía los brazos y se le caían, las piernas también...; se formó un revuelo de médicos, nos preguntaban si había tomado algo, si le habíamos dado algo, que el niño estaba mal, que le iba a dar un shock...; la doctora hacía como ´no´ con la cabeza...", contaron. A la madre le dio un ataque de histeria. El padre relató que las dos o tres horas que esperaron hasta que descubrieron lo que tenía fueron angustiosas, "como semanas": "Daba la impresión de que se iba a morir". "Descubrir que habían intoxicado a mi hijo fue otro golpe", añadió la madre, que sufrió ansiedad y estuvo de baja laboral. "No quería dejarle a mi hijo a nadie", dijo.

Segundo caso

Esa misma noche llegó una segunda niña al hospital. Ella y su melliza vomitaban y dormían de forma exagerada desde hacía 15 días: a veces los padres debían darle el biberón somnolientas. Parecían agotadas. Pero ese viernes, cuando la madre las recogió, supo que aquello ya no era normal. "Una se reía de forma histriónica, como loca, se babeaba, gritaba, se caía; su hermana mientras dormía", contó. Llevaron al hospital a la más grave. "En Urgencias escuché decir a los médicos que era ´como el otro [caso]´; cuando le dieron el suero la niña se ahogó y se puso azul; fue intubada y monitorizada", concretó el padre, para añadir que después le explicaron que había otro niño en la UCI con idénticos síntomas. Los médicos vieron que eran de la misma guardería: se dio la alerta.

Los padres de los otros 7 menores relataron síntomas similares. "Un día le di el potito a mi niña y lo tomaba como una autómata; y en la hamaca se cayó para atrás, perdió el conocimiento y quedó con los ojos en blanco", describió una mujer. También declararon otros dos padres cuyos hijos dieron negativo a las pruebas. Uno era el progenitor de un bebé de un año de otra aula distinta a la de los bebés afectados que había acudido al hospital ese viernes, por la tarde, y que los médicos no asociaron con la intoxicación. Se enteró el lunes casualmente de los casos. La guardería no le había informado. No quedó "satisfecho" con la explicación de la directora cuando fue a hablar con ella.

La dirección de la guardería convocó a algunos progenitores a una reunión ese domingo. Cinco padres de bebés sedados siguieron llevando allí a sus hijos. "La guardería no tiene culpa de nada", afirmó una madre. Otras 4 parejas los cambiaron de centro. "Lo teníamos clarísimo", dijo una.

La cuidadora que alertó a varios padres de los síntomas fue la propia acusada

Los testimonios de la mayoría de padres coincidieron en que cuando advertían del "extraño" estado de sus hijos en la guardería, las educadoras le restaban trascendencia. La única cuidadora que alertó de forma específica a algunos progenitores de los mismos síntomas que ellos veían en sus hijos fue paradójicamente la acusada. Lo hizo con dos padres. "Un día Noelia le dijo a mi marido que el niño había estado vomitando, que no comió y que era mejor que no lo lleváramos al día siguiente a la guardería", contó una madre. Otra señaló que la imputada le anotó en la agenda que su niña "estaba alicaída y apagada". "Le dije que la llevaría al pedíatra", relató.

Sobre la acusada también habló la madre de otro bebé. Lo hizo para señalar que un día que entró en el aula la vio "desbordada": "Yo no sabía que había una cuidadora nueva y estaba sola con 5 niños; ella tenía a uno, otro lloraba mucho...; ese día le comenté a mi marido que la noté un poco desbordada; esa solía ser un aula tranquila y ella estaba nerviosa". También hizo referencia a Noelia una progenitora que pidió a la guardería que su hija no estuviese a su cargo. "Un día me abrió la puerta y mi hija empezó a llorar", dijo. "La niña empezó a estar mal el 22 de febrero, cuando ella empezó; no tengo nada más que decir", resumió. Algunos padres señalaron que ignoraban que había "una cuidadora nueva".