José Ramón Blanco Vila, el presunto descuartizador de Aranga, se declaró ayer inocente de haber matado en su casa, el 9 de noviembre de 2008, a Javier Toledo y Manuel Ramón Luces, que le habían visitado para cobrarle una deuda. El acusado, conocido como Koke, negó haber propinado las cuchilladas y los disparos que terminaron con la vida de las víctimas, aunque sí reconoció haber participado, junto con algunos de los otros seis procesados que comparecieron ayer en la Audiencia Provincial de A Coruña –cinco amigos suyos y su mujer–, en las tareas para descuartizar los cadáveres y ocultarlos en una fosa séptica ubicada en una vivienda abandonada de Fonteculler.

La Fiscalía solicita para Blanco Vila un total de 52 años y 10 meses de prisión –25 por cada uno de los asesinatos, diez meses por descuartizar los cadáveres y dos años más por tener un arma sin licencia–. Para sus cinco amigos, reclama penas de tres años y diez meses por encubrimiento y profanación de cadáveres, a los que, en el caso de dos de ellos, hay que añadir dos años más por tenencia ilícita de armas. La mujer de Koke solo se enfrenta a diez meses por el desmembramiento de los cuerpos, ya que la ley le permite encubrir a su marido.

Blanco Vila solo aceptó responder a las preguntas de su abogado y lo hizo casi exclusivamente con monosílabos. Negó haber dado muerte a las víctimas, pero no explicó quien propinó las puñaladas y efectuó los disparos, al no solicitar su letrado esa información. Koke sí manifestó, a través de sus afirmaciones a las preguntas del abogado, que una de las víctimas llevaba un arma cuando entró en su casa y que llegó a amenazarle. Este acusado había dicho en sus declaraciones previas al juicio que fue otro de los procesados, Alberto Souto, quien asesinó a las víctimas.

Las últimas palabras de Blanco Vila en la primera sesión del juicio fueron para exculpar a su esposa y a uno de sus amigos –ambos estaban en el domicilio cuando ocurrieron los hechos–: "Mi mujer y Vampi [nombre con el que se le conocía a su amigo Yago Souto] no han tenido nada que ver".

La mujer de Blanco Vila, Pilar Piñeiro, manifestó dudas acerca del número de personas que estaban en la casa cuando ocurrieron los hechos, por lo que su testimonio deja abierta la posibilidad de que hubiera una o más personas además de Koke y las dos víctimas, que estaban en la cocina; y de Vampi, su hijo menor y ella, encerrados en el salón. "Escuché a varias personas discutiendo, pero no sé cuánta gente había en la cocina", expuso la procesada, que aseguró que una de las víctimas llegó a la vivienda después de haberla amenazado por teléfono y que, una vez dentro, los encerró a ella, a su hijo y a Vampi en el salón, después de haberla amenazado de nuevo.

Embarazada

Pilar Piñeiro negó haber participado en los descuartizamientos, en la ocultación de los cuerpos o en las reformas hechas en la casa, supuestamente, para borrar las huellas del crimen. La acusada declaró que, cuando sucedió el crimen, estaba embarazada y que, por tratarse de un embarazo de riesgo, el médico le había recomendado reposo total. El resto de procesados también se declaró inocente de haber ayudado a desmembrar los cuerpos aparecidos en una fosa séptica y de borrar las huellas del suceso. Dos de los presuntos colaboradores sí señalaron que fue Blanco Vila quien cometió el crimen.