Mónica Juanatey tuvo a su hijo en 1999, siendo madre soltera, y pasó los primeros años de vida del menor en su casa paterna, y más tarde junto al padre biológico del niño, según la reconstrucción de los hechos facilitada pro la Policía.

A finales de 2007 conoció a su actual pareja en una red social de internet, surgiendo una relación de afectividad que acabó con ambos convertimos en "cibernovios". En marzo de 2008 se trasladó a Menorca para establecerse con su novio e iniciar una nueva vida, y dejó al niño con su padre biológico.

El 1 de julio de 2008, al finalizar el curso escolar, los abuelos mandaron al nieto desde Santiago a Mahón para vivir con su madre. Mientras Mónica había acordado con su familia que le enviaran al niño, nunca le contó a su novio que César era su hijo, sino que lo presentó como un sobrino que iba pasar unos días con ellos.

Una falsa Comunión

Desde que cometió el crimen, según fuentes policiales, Mónica Juanatey cortó todo contacto con su familia en Noia, de forma que los abuelos nada sabían del niño y atribuían la falta de noticias a la mala relación con su hija.

Sin embargo, a otras personas que conocían la existencia de su hijo, Mónica les hacía creer que seguía vivo y que ambos continuaban su vida normal en las islas. Incluso llegó a contar en una red social que en noviembre de 2008, cuatro meses después del cruel asesinato y abandono de los restos del niño en una maleta en el campo, el pequeño César había realizado su primera comunión.