Una espectacular operación policial realizada en un populoso edificio de la Travesía de Vigo ubicado frente a los bloques de Fenosa puso fin a la actividad delictiva de la red. Un grupo de agentes armados pertenecientes a una unidad de elite de asalto de la Guardia Civil entró en una de las viviendas donde la organización tenía su base de operaciones. En este primera fase -le siguieron más hasta completar la veintena de arrestados- se logró la captura del gallego y el rumano que lideraban la banda y también se localizó a la célula más violenta del grupo, formada por rumanos muy peligrosos que viajaban expresamente a España para cometer los robos y después regresar de inmediato a su país.

Los jefes de la banda dirigían desde la ciudad olívica una estructura formada por cuatro células. Dos de ellas estaban asentadas en Vigo, otra era la formada por los rumanos que se trasladaban a Galicia para perpetrar los golpes y la cuarta operaba de forma itinerante por diversas partes de España. A este grupo en concreto es al que se le atribuyen casi una decena de asaltos a bares y estancos de Andalucía.

Vigilancia

Estos delincuentes no dejaban cabos sueltos. Fuentes de la investigación explicaban tras la desarticulación de la red que hacían una vigilancia muy exhaustiva de las viviendas que iban a asaltar y trabajaban siguiendo una metodología “paramilitar”. El grupo, muy profesional y jerarquizado, actuaba siempre de noche: los ladrones solían ir encapuchados y vestidos de negro.

Además de los propios asaltantes, la banda se hizo con una red de “informadores”: su misión era captar datos de posibles víctimas e incluso realizar labores de vigilancia. Entre estas personas había al menos un taxista que ejercía en Vigo y varios empleados de establecimientos públicos.