A las 12.10 horas, al poco de salir del aeropuerto compostelano de Lavacolla con destino a Lugo, un microbús de la empresa Bernardo volcó en una rotonda sobre la autovía AG-54 dejando dos jóvenes muertas, dos heridas graves y otras cinco heridas leves. El vehículo transportaba al equipo juvenil femenino de voleibol Emevé de Lugo, que volvía de disputar el Campeonato nacional en Las Palmas. Viajaban 17 personas: las doce jugadoras de entre 16 y 18 años, las dos entrenadoras, Ana Bouza y Ana Vidal Bouza, una fisioterapeuta, el padre que hacía de tutor, José Antonio Cela, y el propio conductor.

Según las primeras investigaciones, tanto las fallecidas como las heridas más graves viajaban sin cinturón de seguridad, por lo que salieron despedidas del vehículo tras el aparatoso accidente.

Se da la trágica coincidencia de que la primera fallecida, en el mismo lugar del accidente –Ana, de 17 años– era la hija de José Antonio, el único padre que viajaba con el equipo. El presidente del club, José Bouza, lamentaba además la fatal circunstancia de que habitualmente viajan en furgonetas de alquiler y coches particulares, mientras que en esta ocasión se decidieron a alquilar un microbús.

Iris Aries, la segunda víctima, falleció poco antes de las siete debido a sus múltiples traumatismos y tras ser operada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago, a donde fueron trasladados inmediatamente todos los heridos.

Según el parte médico emitido a última hora de la tarde, otras siete personas continuaban recibiendo asistencia hospitalaria. Dos seguían en estado muy grave atendidas por equipos multidisciplinares en el área quirúrgica del CHUS. Una de ellas es de origen brasileño y vive en Lugo con una hermana, por lo que el club ya mandó un localizador a Brasil para que la madre pueda viajar de inmediato a España.

Otras cinco permanecían en vigilancia con traumatismos y contusiones diversas en Urgencias, pero su estado, salvo complicaciones, no reviste especial gravedad. Otras tres personas permanecían en observación.

El microbús dejó marcas de frenada en la calzada, una vía de doble carril que se transforma en uno, con señales de 40, poco antes de llegar a una rotonda. La Guardia Civil de Tráfico explicó en el lugar del accidente que el vehículo "volcó sobre el lado izquierdo y arrastró el lateral contra el suelo y el quitamiedos", y culpó en un primer momento a la distracción del conductor o la alta velocidad como posibles causas del siniestro.

Una de las supervivientes relató ya en el hospital que el conductor se pasó el desvío para ir hacia Lugo y cuando se dio cuenta quiso rectificar. Al iniciar la maniobra, estaba ya sobre la separación entre el carril hacia la rotonda y el que se desviaba a la derecha hacia Lugo, por lo que dio un volantazo para evitar la colisión. Esa maniobra fue la que le llevó a volcar sobre un lateral. Cuentan las pasajeras que el golpe fue tan fuerte que el autobús volvió a enderezarse hasta chocar contra los quitamiedos de hormigón, que impidieron que el microbús cayese varios metros hasta la autovía Santiago-Lavacolla.

Se da la circunstancia que cinco minutos después de producirse el fatal accidente, pasaba por el lugar el autocar de las jugadoras del conjunto coruñés del Zalaeta, que había compartido la participación gallega en el Nacional junto a las lucenses. Atrás dejaban una semana de competición en Canarias en las que disputaron el Campeonato de España Juvenil de voleibol como si se tratara de un mismo equipo.

Así lo consideran los directivos del Club Voleibol Zalaeta, que ayer lamentaban la trágica noticia de las muertes de dos jugadoras del conjunto lucense y destacaban el gran papel hecho por el Emevé en la competición y el subcampeonato alcanzado por el equipo de Lugo. El fundador del club local y actual directivo de la entidad, Pepe Hidalgo, recuerda que el Zalaeta y el Emevé eran los dos representantes gallegos en el torneo nacional, lo que facilitó el "trato extraordinario" que siempre ha caracterizado las relaciones de los dos equipos. Una confraternidad que se extendió a los padres de los jugadores que compartieron hotel en Canarias.