María Rey | Presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid

“En la política se han hecho hueco quienes saben comunicarse con exabruptos”

“Ahora el bulo circula mucho más rápido que la noticia real. La única manera de combatirlo es con información y con periodismo”

Charo Barba

La periodista tomiñesa María Rey ofrece hoy en Santiago una conferencia organizada por la Asociación de Periodistas de Santiago de Compostela en el Centro Internacional de Prensa de Galicia. Celebrará así en Compostela el Día Mundial de la Libertad de Prensa.

–Visita Santiago con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa. ¿Cómo podemos los periodistas, de manera individual, remar a favor de la libertad de prensa?

–Lo va haciendo nuestro trabajo, solo desde la fórmula tradicional. El periodismo es siempre riguroso, escuchando, observando, contando qué está pasando. Los ciudadanos también tienen una función, que es ser vigilantes con que la libertad de prensa esté garantizada; ellos, con su sentido común, saben seleccionar por suerte quién les está contando realmente las cosas y quién no. Yo creo que la ciudadanía no es tonta y a veces todos, unos y otros, políticos y periodistas, dan por hecho que hay que decirle qué es lo que tiene que leer o dónde tiene que conectarse para escuchar una noticia.

–¿Cuál es el papel de los medios de comunicación en la sociedad hoy? Porque a veces, como usted apunta, da la sensación de que ya no es únicamente informar o entretener, sino dirigir a la población hacia una línea de pensamiento.

–Siempre ha habido líneas editoriales que intentaban marcar un poco, intentaban influir en la opinión pública, crear opinión pública, eso ha existido siempre. Lo que pasa es que todo se amplifica desde el momento en que existen las redes, o que tienen mucha presencia en las tertulias de radio y televisión. Se amplifica algo que existió siempre. Pero la gente sabe distinguir lo que es análisis, que puede ser interesado y desde luego parcial, de lo que es información. La información es más importante ahora que antes, porque antes la desinformación o el bulo era algo fácil de controlar y lento para avanzar. Ahora el bulo circula mucho más rápido que la noticia real. La única manera de combatirlo es con información y con periodismo. Si tardas casi lo mismo que el bulo en demostrar que lo es, ya lo has anulado.

–Se trata de hacer periodismo...

–Hacer periodismo. Lo único que tenemos que hacer es seguir trabajando en recuperar la credibilidad del oficio, porque si no hay periodismo como tal, como una labor social de informar, de contrastar, de vigilar también a los poderes, las democracias son mucho más débiles.

–¿Es esa la manera de acabar entonces también con las ‘fake news’?

–No se me ocurre otra, no puedes prohibirlas. No puedes ponerle puertas al campo, es inevitable. Van a producirse porque la información ya forma parte de la guerra, porque es un arma de guerra más, ya lo estamos viendo, y además es un arma de guerra global y muy fácil, digamos, muy barata, de manejar. Entonces lo único que puedes hacer es tener periodismo sólido enfrente, que contraste, que compruebe, que demuestre.

–¿Al papel le queda poca vida?

–También la tele iba a matar a la radio... Es verdad que cada vez se lee menos, pero hay una generación que todavía lo lee. Yo sigo teniendo en mi casa periódico de papel. Todavía le queda su recorrido y de todas maneras el soporte tampoco cambia tanto. Son los mismos los que firman noticias en un sitio y en el otro. Si hacemos buen periodismo y lo plasmamos, lo imprimimos o lo dejamos en una pantalla... El problema es que la digitalización ha supuesto un proceso de cambio muy importante sobre las fuentes de financiación de los medios. El acabar con la publicidad como fuente fundamental ha obligado a los medios a adaptarse y recortar gastos y eso ahora mismo está poniendo muy en riesgo las redacciones.

–¿En riesgo?

–Cada vez son más pequeñas... con gente peor pagada... se van quitando de encima los periodistas experimentados porque son caros... Eso tiene mucho peligro porque en periodismo, como en otros oficios, es fundamental la transferencia de conocimiento. A los que más saben, a los que acaban de llegar. Aprender de la experiencia de unos y del nuevo lenguaje de otros. Si no hacemos esa transferencia constantemente nos empobrecemos y cada vez es más difícil porque no quedan veteranos.

–¿Cuál es el medio de comunicación del futuro entonces? ¿Las pantallas?

–Las pantallas están en nuestros bolsillos. Ahora dicen que dentro de poco tampoco, que las llevaremos en unas gafas y proyectaremos lo que queramos ver sobre cualquier superficie. Ya no hay nada que pueda pensarse ni idearse fuera de la tecnología, pero la tecnología puede ser una gran aliada y tiene riesgos, porque sobre todo va demasiado rápido y no nos da tiempo de conocer sus virtudes y casi nos tropezamos con sus peligros.

–Durante muchos años usted fue periodista parlamentaria. ¿Qué diferencia hay entre los diputados de hace 20 años y los de ahora? Parece que se perdieron un poco las formas.

–Cambiaron mucho, pero también cambió mucho el lenguaje. Yo creo que todo... cambió mucho la sociedad, el lenguaje... Cuando yo llegué al Congreso de los Diputados, a los diputados les daban cuenta del orden del día con un telegrama. Lo que quiero decir es que ha cambiado todo muy rápido. Y el resultado es que el lenguaje de aquellas comunicaciones y de aquellos discursos preparados con tranquilidad, donde los tiempos eran más largos y el ruido del debate tardaba mucho en trascender, permitía que las crónicas se construyesen con mucho más tiempo también.

–Nada que ver con la actualidad...

–Pasamos a lo inmediato, con intervenciones más rápidas, el momento del impacto, del causar efecto, del irrumpir en el ruido constante. Si tienes que hacerte un hueco en el ruido constante, ya no lo puedes hacer con un argumento. Tiene que ser casi como un exabrupto y entonces ya se pierde el razonamiento. Y eso es lo que está pasando, afecta a la forma de hacer las crónicas, a la forma de comunicarse a los jóvenes, pero sobre todo la forma de hacer la política. En la política se han hecho hueco quienes saben comunicarse con exabruptos y no hay espacio para los argumentos. Se escucha menos que nunca. Y el resultado es una política que se sigue alejando de la ciudadanía. La política es una de las grandes tareas que se puede hacer en la vida, la gestión de lo público puede ser maravillosa y si se convierte de repente en un juego de estrategias, pierde todo el valor y además descepciona a quienes la alimentan, que son los ciudadanos. Pero este camino no lo toma solo en España, es un camino global.

–Rosa, amarilla, salmón... ¿tiene color la prensa?

–La prensa tiene color. Azul, rojo, morado. Ya casi no queda verde, ¿no? Hay otros colores que se han ido diluyendo. Sí, tiene color, pero más color del que debería. No me refiero solo al papel, también radio... televisión... Los periodistas tienen demasiado color. Tendríamos que ser un poco más neutros, un poco más grises, ese tono que no es ni blanco ni negro y que encaja con todo, ahí tendríamos que estar, en un gris en el que pasáramos más desapercibidos, que se conocieran menos los nombres, que pesaran menos los egos y que no se vieran tanto los colores, porque esto no nos está ayudando para recuperar la confianza de la ciudadanía.