Los cambios en la microbiota, clave en el diagnóstico del COVID persistente

La neurocientífica gallega Sonia Villapol subraya que el papel del microbioma puede arrojar luz sobre las diversas presentaciones clínicas de esta enfermedad

Sonia Villapol.

Sonia Villapol. / M. G./ EFE

M. G. / EFE

Alrededor de un 10 % de las personas que han pasado la fase aguda del COVID-19 pueden padecer síntomas persistentes después de las 12 semanas tras la infección, que se mantienen durante al menos 2 meses y no se explican por ninguna otra patología. Durante la Reunión de la Red Española de Investigación en COVID Persistente (REiCOP) la neurocientífica gallega Sonia Villapol trató de arrojar luz sobre el diagnósitico de esta enfermedad en su ponencia “Desentrañar las consecuencias neurológicas de la COVID-19: causas y fisiopatología”.

Durante su intervención, realizada desde Houston, Villapol –investigadora y profesora titular en el Centro de Neuro-regeneración y el Departamento de Neurocirugía del Instituto de Investigación del Hospital Methodist de Houston– apuntó que el papel del microbioma en el COVID persistente puede “arrojar luz sobre posibles marcadores de diagnóstico y desentrañar la intrincada patogénesis de la enfermedad, contribuyendo a una comprensión más profunda de sus diversas presentaciones clínicas”.

Así, el equipo de investigación de Villapol ha podido demostrar una asociación entre COVID y cambios en la microbiota y cómo esta información se puede aplicar en el diagnóstico y predicción del COVID persistente. Los impulsores de su fisiopatología se encuentran en “la autoinmunidad, las alteraciones de la microbiota, la activación de virus latentes o un daño tisular”, enumera. “Es donde estamos ahora, intentando entender la fisiopatología, qué componentes celulares están interfiriendo y cómo se causan estos síntomas de larga duración”.

Biomarcadores de predicción

En este punto, subraya la importancia de “los biomarcadores de predicción”, que “nos va a ayudar a entender cómo se puede predecir el desarrollo del COVID persistente en cuanto a cuál va a ser la severidad y la duración de los síntomas”. La finalidad es llegar a los biomarcadores terapéuticos, es decir, “encontrar dianas terapéuticas para los tratamientos que se pueden aplicar y la optimización de las terapias”.

Las vías de entrada del virus al cerebro más predominantes –produciendo a largo plazo la neurodegeneración asociada a casos de COVID prolongado– pueden ser “una vía directa, de respuesta inmune y el tracto intestinal”, destaca. “Las enfermedades gastrointestinales son un tema relevante; no sabíamos por qué mucha personas tenían diarrea, dolor de barriga y síntomas gástricos días antes de tener síntomas respiratorios”, expone. “Eran como un indicador de que algo marchaba mal en la fase aguda”, destaca: “En el COVID persistente todavía hay estos síntomas gastrointestinales, aunque se reducen en prevalencia y severidad”.

Se detectó que “el 60% de los infectados presentaba estos problemas intestinales y esto, obviamente, causaba inflamación en el intestino y, consecuentemente, la disbiosis microbiana”. Así, “la microbiota puede ser un predictor de cómo desarrollar el COVID en la fase aguda y lo que intentamos hacer ahora es extrapolar esto al COVID persistente”, subraya. “Establecimos que ciertas citoquinas proinflamatorias se ligaban a especies bacterianas en particular y, al mismo tiempo, estaban asociadas a la severidad. Y esto es lo que estamos haciendo con el COVID persistente: analizando los marcadores inflamatorios y añadiendo perfiles de bacterias se puede establecer una predicción de COVID persistente”, afirma.

Más de medio millón de españoles afectados

Las últimas olas de COVID persistente han sido menos graves, tanto en afectados como en la intensidad de la sintomatología, pero aún así la cifra acumulada de los pacientes españoles que sufren esta enfermedad crónica desde el inicio de la pandemia supera ya el millón y medio. Así lo indica la presidenta de la Red Española de Investigación en COVID Persistente (REiCOP), Pilar Rodríguez Ledo, organización que ayer reunió en el Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid a 62 expertos en formato presencial y 270 en virtual, para analizar el manejo de la enfermedad en la Atención Primaria y unidades especializadas, tratamientos y secuelas. Rodríguez Ledo explica que si al inicio de la pandemia el COVID persistente afectaba al 10% de los infectados, en estos momentos el porcentaje baja al 6-8% y presenta “una sintomatología menos abigarrada”. No obstante, se ha convertido en una enfermedad crónica que se caracteriza por presentar multitud de síntomas, los más recurrentes los referidos al déficit de atención, la disnea, la niebla mental, la depresión, la ansiedad, el deterioro cognitivo y el cansancio extremo, aunque hay otros más graves como la lesión endotelial, complicaciones cardiovasculares y tromboembólicas.

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