asuntos propios

“Lo peor es posible, pero no ineludible”

“La guerra en Gaza tiene las características de un genocidio que debe detenerse”

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. / nÚRIA NAVARROREDACCIÓN

NÚRIA NAVARRO

Es uno de los más respetados historiadores de las ideas (de izquierdas, quede claro). El piamontés Enzo Traverso (Gavi, 1957), catedrático de la Cornell University de Nueva York y autor de libros de referencia como Revolución y Las nuevas caras de la derecha, es experto en antisemitismo y Holocausto. Publicó la actualización de La cuestión judía (Verso Libros) horas antes del estallido de la guerra en Gaza.

–¿Es usted judío?

–No.

–Persevera en la ‘cuestión judía’.

–No me interesa la cuestión judía como judío, ni estoy muy fascinado por los judíos que se interesan por los judíos en términos de búsqueda de una identidad. La cuestión judía es un prisma a través del cual se puede interpretar la modernidad.

–¿En qué sentido?

–Cuando los muros del gueto se rompieron y los judíos abrazaron con entusiasmo las ideas heredadas de la Ilustración –cosmopolitismo, universalismo, internacionalismo–, se enfrentaron a una contradicción: no poder más ser judíos –porque el judaísmo era una forma de oscurantismo– y, al mismo tiempo, no poder no serlo, por la hostilidad de un entorno antisemita. Ese ser judíos-no judíos, por emplear la fórmula de Isaac Deutscher, explica la modernidad. Freud, Kafka, Marx y Husserl surgieron de esta contradicción.

–La diáspora acaba en 1948. Nace el Estado de Israel.

–En Israel, ese pueblo se convirtió en la fuente del Estado más etnocéntrico y territorial imaginable. El actual conflicto confirma que el nacionalismo más estrecho de miras, xenófobo y racista gobierna el país. La guerra en Gaza tiene las características de un genocidio que debe detenerse.

–Esa no es la interpretación de parte de la sociedad israelí.

–El ataque perpetrado por Hamás fue una masacre atroz, pero interpretar a Hamás como el enésimo avatar del antisemitismo lleva a una lectura ininteligible de la situación. Una guerra genocida emprendida en nombre de la memoria del Holocausto solo puede empañarla. La memoria de la Shoah como religión civil de los derechos humanos, el antirracismo y la democracia quedaría reducida a la nada. Entraríamos en un mundo en el que todo es equivalente y las palabras ya no tendrían valor.

–¿Cómo ve el papel de Europa?

–Europa se construyó como un mercado y no como una federación. Eso no facilita dar respuestas.

–¿Hacia dónde vamos todos, en definitiva?

–Una de las lecciones de la historia es que nunca sabemos hacia dónde vamos. Pero hay una certidumbre: lo peor es posible. Y cuando hablo de lo peor me refiero a las catástrofes ecológicas, al ascenso de las derechas radicales, a los nacionalismos regresivos, a las nuevas formas de fascismo.

–En España hay una palpitante porción de algunos de ellos.

–Un Gobierno de izquierda no puede cancelar la amnistía. Dicho esto, nunca me fascinaron los independentismos. Prefiero a una Cataluña dentro de España que como una nueva Dinamarca. En mi opinión, la izquierda española debería luchar por la república y por el federalismo, de manera que nadie se sienta ciudadano de segunda.

–Dice que la socialdemocracia ha muerto.

–Tuvo un papel en la conquista de derechos y la redistribución de la riqueza en la segunda mitad del siglo XX. Pero creó sociedades más humanas porque: 1/ había un nivel de crecimiento económico que lo permitía, y 2/ en la Guerra Fría el mundo era bipolar y el capitalismo se vio obligado a adquirir un rostro humano. Cuando cayó la amenaza, no tuvo más la necesidad. Después de ingresar en el siglo XXI, se convirtió en socioliberalismo. Antes le he dicho que lo peor puede pasar, pero no es ineludible. La alternativa es ser verdaderamente de izquierdas.

–¿Verdaderamente?

–Yo lo intento. Creo en el principio de igualdad social. Hay que participar modestamente en la búsqueda de caminos alternativos. Existen las capacidades de comprensión crítica de la realidad y las energías sociales de las nuevas generaciones.

–¿Confía en ellas?

–Mucho.

–Se movilizan. Pero ¿cómo debe ser el liderazgo político?

–El liderazgo debe respetar la autonomía de los movimientos sociales sin imponerse a ellos con decisiones tomadas desde arriba, y debe ser capaz de ayudarlos a madurar.

–¿Alguna aproximación al ideal en el horizonte?

–Hay figuras carismáticas como Alexandria Ocasio-Cortez –hija de migrantes, exempleada de un fast food, muy brillante–, pero está totalmente absorbida por la agenda del Partido Demócrata. Ella debería seguir la suya.