La melodía de los ‘afiadores’ vibra en Chicago

La cellista Andrea Casarrubios, de ascendencia gallega, estrena una oda musical a este oficio con la Chicago Symphony Orchestra

Andrea Casarrubios

Andrea Casarrubios / Pablo Pazos

Mar Mato

Mar Mato

Andrea Casarrubios es una compositora española de música contemporánea que cada vez destaca más en Estados Unidos. Entre sus recuerdos de infancia, figura cuando viajaba a Vigo y Baiona a visitar a sus primos y se traía en el equipaje su violoncello para seguir ensayando y no perder musculatura. Tampoco olvida las visitas a la aldea en Beade (Ourense) donde nació su madre.

De adulta, da conciertos en destacados escenarios del mundo, incluido el Carnegie Hall de Nueva York. Tanto en directo como en YouTube impactan su pasión al tocar, la empatía con el resto de músicos y una forma especial de interpretar el violonchelo, llegándolo a convertir en alguna pieza y por momentos en instrumento de percusión y no solo de cuerda.

Andrea Casarrubios

Andrea Casarrubios / Sophie Zhai

Aunque nació en Valle del Tiétar, Ávila, y desde hace años está asentada en Estados Unidos, la conexión con la infancia y Galicia sigue latiendo. Una demostración se encuentra en su última obra estrenada, una oda a uno de los oficios tradicionales de Galicia: el de los afiadores.

“Fue un encargo de la Chicago Symphony Orchestra. Lo llamé ‘Afilador’. Se acaba de estrenar en el Auditorio Sinfónico de Chicago. Tiene que ver con Galicia porque el origen de los afiladores está allí”, destaca.

Casarrubiós se para en el sonido “especial” del chiflo por ser “tan emblemático y reconocible inmediatamente”. “Me parecía –detalla la artista– un tema muy estimulante e inspirador musicalmente. Quería fomentar esta tradición fuera de España donde en algunos sitios al igual que en Latinoamérica se escucha por las calles. En Estados Unidos es menos conocido”.

Andrea Casarrubios

Andrea Casarrubios / Pablo Pazos

La compositora española –que visitó España la pasada semana para promoción y que regresó a EEUU el domingo– recuerda cómo el día del estreno de la pieza, al finalizar el concierto, “vino mucha gente desde el público a comentarme que la obra la había transportado a su niñez. Fue muy emotivo”.

Andrea confiesa que fueron “unos sonidos [los de los afiadores] que escuché mucho de pequeñita, en mis visitas a Galicia y en el valle donde nací. Venían los afiladores gallegos, lo recordaré siempre. Escuchas este sonido desde lejos que se va acercando y sabes que tienes que preparar todo, bajar a la calle. Me pareció una idea musical con mucha magia”.

La importancia de la música popular

No es la primera vez que Casarrubios bebe de elementos etnográficos y populares para sus composiciones. En la pieza “24 mozas” –estrenada en Nueva York en 2017– se inspiró en una canción popular perteneciente a los cantares de boda de Toro (Zamora) y en 2021 presentaba “Silbo” para ser interpretada a dúo entre un piano y violonchelo. Esta última obra –encargada por el Cello Teaching Repertoire Consortium de Estados Unidos– se fija en los lenguajes silbados utilizados para comunicarse a grandes distancias. No hay que olvidar que el silbo canario es Patrimonio de la Humanidad.

Homenaje a los esenciales de la pandemia

No obstante Casarrubios también se fija en el mundo contemporáneo. En “Seven”, homenajeó a las trabajadoras y trabajadores esenciales durante la pandemia COVID recordando el tributo con aplausos.

Sus composiciones son interpretadas en conservatorios de todo el mundo y tienen su raíz en un amor por la música desde muy niña empezando a aprender a tocar el piano a los dos años y el chelo a los cinco.

“Recuerdo que la música era una fuente de la que emanaba el disfrute, la vida, la creatividad. Iban muchos niños a la escuela de música y, por ello, tenía la sensación de tener una familia grande en la que todos jugábamos con el sonido. Esa sensación ha continuado hasta hoy”, señala esta artista para quien “el chelo es un refugio para transformar las emociones en sonido para regalarlo a los demás”.

Trabajo de lunes a domingo. O lo hago al 150% o no lo hago

Andrea Casarrubiós

— Compositora

Casarrubiós reconoce que es “muy afortunada –compone en base de encargos de universidades, orquestas sinfónicas o entidades norteamericanas– pero recalca que “esto no ha aparecido de repente; han sido muchos años deconstancia”.

Respecto a no tener todo bajo control (eje de su composición “Anthem for strings”), Andrea señala que “le cuesta mucho. Gestiono mejor el dejar ir ciertas cosas. Es parte de la vida, no podemos controlarlo todo. Soy una persona muy detallista, tiquismiquis. Lo pienso todo”.

Y en cuanto a la autoexigencia, reconoce que “siempre he tenido un listón alto de exigencia. Es muy importante para crear pero lleva un coste, a veces de salud o tiempo. No sé lo que son los fines de semana. Trabajo de lunes a domingo. O lo hago al 150 por ciento o no lo hago”.

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