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Un soldador a pecho descubierto

Con doble mastectomía y un pulmón operado por cáncer de mama, el vigués Jaime Fernández participa en un ensayo clínico ESon uno de cada 350 casos, pero cada vez hombres más jóvenes

El paciente oncológico Jaime Fernández Piñeiro, que cumplirá 80 años en diciembre, muestra las cicatrices de su cáncer de mama. / ALBA VILLAR

“O me están creciendo las mamas como a una mujer, o aquí algo raro pasa; le llegué a reprochar al médico”, explica el soldador jubilado de un astillero, Jaime Fernández Piñeiro, mientras se desabrocha sin pudor una camisa de cuadros en su casa en Coia, Vigo. A los pocos segundos, las cicatrices de una doble operación en los pechos –mastectomía– y la ausencia de pezones visibilizan su lucha contra el cáncer de mama; una rareza que afecta a un hombre por cada 350 casos femeninos en Galicia. La frase encierra el ánimo que acompaña a este paciente oncológico, por triplicado. Hace 13 años un bulto indoloro, justo detrás del pezón de su tetilla derecha hizo saltar todas las señales de alarma... era maligno. Una papeleta difícil.

Primero fue la operación del pecho derecho y ganglios en el hospital Povisa. Pero, a los tres años de aquella dura operación, se replicaba en el lado izquierdo. “Estoy asustado, doctor”, llegó a reconocer este rara avis, que aún tuvo fuerzas para comentar al equipo médico tras una mamografía que aquel bultito no era “solo grasa”. Algo iba mal. Él se lo olía y se lo confirmó una biopsia. Una nueva operación y quimioterapia no le librarían de la extracción de algún otro tumor extendido al pulmón; tampoco de ciertas complicaciones en el posoperatorio. Una lucha durante la que, ahora reconoce, estuvo tentado a tirar la toalla. Jaime hace un largo relato de protocolos y cambios de cirugía, quizás por falta de equipos que, en aquel momento, estuvieran entrenados y tuvieran experiencia en cáncer de mama masculino. “Un día llegué y le dije a mi oncóloga que abandonaba el tratamiento; no podía más, aquello me mataba”. Al lado de su mujer, Milagros Rey, recuerda un día durante su recuperación en el que trazaron ir caminando juntos hasta el Alcampo. Una gesta que se volvió casi imposible: tuvo que volver en taxi a su casa.

Jaime Fernández al lado de su mujer, Milagros Rey ALBA VILLAR

De forma retrospectiva, no fue fácil, primero, obtener el diagnóstico. Simplemente le informaron de que “era malo”. Tampoco lo sería, luego, el abordaje de la enfermedad debido al bajo número de casos. La enfermedad del lazo rosa, también es masculina y afecta a cada vez más varones jóvenes, según los pocos registros que existen, como el de Geicam (Fundación Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama). Cada año se registran 700 casos nuevos en España, pero se enfrentan a un doble estigma social. Al shock del diagnóstico se suma cierto pudor al asociarse el cáncer de mama a las mujeres, vergüenza o un silencio con terribles consecuencias: peor pronóstico y mayor mortalidad por el diagnóstico tardío. Con anécdotas como la que cuenta Jaime, que pidió el análisis del conocido como ‘ganglio centinela’ para conocer la extensión del tumor, pero consultaron si deberían de trasladarlo a Ginecología.

Desde su inicio, la vida de Jaime Fernández no fue fácil. Siendo un bebé de tres meses llegó a Vigo en 1942 para vivir en Cabral, dejando atrás su Ourense natal y las penurias de la posguerra española. Ahora, su supervivencia desde hace cuatro años se debe, en gran parte, a su participación en un ensayo clínico en el hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, el único de este tipo disponible en Galicia y gracias al que recibe medicación diaria: “dos pastillas por la mañana y dos por la noche”, enumera. Parte de casos de este tipo de tumores oncológicos se deben a cierta predisposición genética; aproximadamente un 20%. Así, en los ensayos clínicos se contempla que también pueda entrar el varón.

El paciente oncológico Jaime Fernández Piñeiro, que cumplirá 80 años en diciembre, muestra las cicatrices de su cáncer de mama ALBA VILLAR

Según oncólogos consultados, en Galicia son raros los tumores en hombres con solo 38 casos diagnosticados en casi dos décadas –hasta 2018– en el área de referencia sanitaria a la que pertenece este extrabajador de Vulcano (sumando casos entre el HAC, el antiguo hospital Xeral y Meixoeiro). Escalando en su álbum familiar, aflora el recuerdo de su hermana Nieves, “Chicha”, fallecida con solo 45 años, también de cáncer de mama. Y una de sus hijas, en la actualidad, también está enferma. “Íbamos a veces al Pirulí (hospital Xeral) con ella a poner la quimio”, reconocen. “Tenía muchas ganas de vivir”, recuerda Jaime junto con su mujer Milagros, con la anécdota de aquellas navidades en las que les obligó a salir a festejar las fiestas a toda la familia. Eran otros tiempos. También otros fármacos. “Me pidió que la llevase a Castellón a ponerse un tratamiento que entonces valía 60.000 pesetas, porque su marido trabajaba con un camión y no podía”, recuerda con los ojos azules tristes, profundos como un océano de impotencia. “Yo tenía un coche diésel y conduje desde las cinco de la mañana... La hubiera llevado a donde me pidiera”, comenta. Pero aquella “agua milagrosa” de alguna clínica pseudocientífica condujo a su hermana a una muerte segura. A los pocos meses, el cáncer era metastásico. Se había extendido por su cuerpo, confirma, Nieves, que también acompañó a su cuñada en los duros meses de vómitos y pérdida de pelo. La huella de otro cáncer en su abuelo, también a la altura del pecho, evidencia –quizás– la predisposición familiar.

La oncóloga del hospital Álvaro Cunqueiro, Isabel Lorenzo Lorenzo, pone cifras a una enfermedad que ha crecido –tanto en número de casos como en visibilidad– en España. Dos o tres al año. Alrededor de un 40% de los varones afectados por cáncer de mama tienen historia familiar de cáncer de mama o de ovario; de ellos, en un 20% se encuentra una característica genética, la más habitual es un fallo en el gen BRCA2 [los genes BRCA se hicieron muy conocidos por el caso Angelina Jolie]. “Cuando los varones heredan esa característica tienen un riesgo del 6% de padecer un cáncer de mama a lo largo de su vida; eso es la mitad del riesgo de una mujer de población general ( 12%) pero 60 veces más que cualquier varón de población general. Habitualmente, los hombres con cáncer de mama son remitidos a consultas de consejo genético; el HAC cuenta con un Unidad de Cáncer Familiar y Hereditario en el Servicio de Oncología”, explica.

La oncóloga Isabel Lorenzo Lorenzo en el Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo MARTA G. BREA

El próximo 8 de diciembre, Jaime Fernández cumplirá 80 años. Enumera de memoria todas las citas médicas y analíticas que le faltan en los próximos meses. Sonríe. “He oído que hay más casos de cáncer de mama en hombres pero yo, aún no he encontrado ninguno”.

“Los varones vienen más tarde; no son conscientes de que tienen mamas y pueden desarrollar cáncer”

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“Los hombres no son tan conscientes de que también pueden tener cáncer de mama y, aunque se hayan notado alguna anomalía, no suelen consultarla hasta que les alarma de verdad: sea porque les duele, porque aparezcan ganglios en la axila o se ulcere la mama. Y se diganostican más tarde”, explica la oncóloga Isabel Lorenzo. Eso sí, luego “lo entienden muy bien” y los tratamientos hormonales que se emplean tienen una alta efectividad (casi 90%).

“Se describe un aumento de incidencia de cáncer de mama masculino en registros norteamericanos, que son poblacionales”, valora la especialista. En Galicia no existe un registro de tumores y, por tanto, se carece de series históricas evolutivas fiables, aclara. Pero también se dan los mismos factores de riesgo entre nuestra población, además de medicaciones, que produzcan un desequilibrio entre los estrógenos y los andrógenos: sedentarismo, tabaquismo, obesidad y consumo de alcohol. A ello se suman un mejor diagnóstico y el envejecimiento de la población.

La media de edad, que era de 63 años, según estadísticas de Estados Unidos, ha bajado de los 50 años. Incidencia que, según diversos estudios epidemiológicos, va al alza, con un crecimiento de 1,1% anual. Entre las posibles causas de un aumento entre la población masculina actual estaría sin estudiar –apunta la oncóloga Isabel Lorenzo– el consumo de productos como anabolizantes en gimnasios de alto rendimiento a finales de las pasadas décadas. “Es posible que tenga consecuencias”, indica. “El tamoxifeno, que utilizamos menos en las mujeres, se ha demostrado más eficaz que los inhibidores de aromatasa en los varones: esos mismos que se hicieron populares porque aumentaban la masa muscular”, completa. “No sabemos cuál podría ser el efecto de la manipulación hormonal a largo plazo, pero sí que puede tener consecuencias”, añade.

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