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Cuando un árbol genealógico rastrea y previene el cáncer

Los test genéticos en la Unidad de Mama de Chuvi suben un 30%

Teresa Barros con sus hermanas, Ángeles y Nina. Julio Santos

La palabra cáncer en la familia de Claudia –nombre ficticio– está cargada de dolor y miedo. Todo empezó hace ocho años, cuando ella tenía 38, y le diagnosticaron un tumor de ovario que resultó ser benigno. No ha tenido tanta suerte con el que le han detectado este año de mama, tras confirmar que es portadora de la mutación en el gen BRCA-2, que aumenta el riesgo de varios cánceres. Por la rama materna, ha perdido a una tía y dos primas con 45 o menos años por este tumor. A otra de sus primas se lo detectaron a los 44 años y, en la actualidad, con 50, se le ha reproducido. Fue el tío materno de Claudia, también con un cáncer de mama, el primero al que le encontraron solo hace un año la alteración genética que está provocando este martirio familiar. En la consulta de asesoramiento de riesgo familiar de la Unidad de Mama del Meixoeiro están dibujando ahora su árbol familiar para someter a los que sean portadores a un seguimiento más estrecho.

“Nos tenían que haber controlado mucho antes”, reprocha Claudia, que ya sospechaba que algún vínculo familiar tenía que haber. Pero en el hospital en el que la atendían le decían que no reunía los criterios para el test genético. Además, le dijeron que no sabían dónde podía hacerlo por su cuenta. “En el Meixoeiro [al que se cambió cuando supo que tenía la mutación] no daban crédito de que no me lo hubieran hecho antes”, recuerda. Le dieron la opción de hacerle controles cada tres meses, pero ella pidió la cirugía más radical: que le quitaran los dos pechos, los ovarios y las trompas. “No quería pasar por el cáncer como mis primas, no quería llegar a esa situación”, destaca.

Pero en las pruebas para la operación preventiva descubrieron que uno de los quistes a los que no habían hecho caso en el otro centro era maligno. En dos meses estaba en quirófano. “Fue todo muy rápido”, agradece. Menos la operación: cinco horas con dos equipos médicos para extirpárselo todo de una vez. Tampoco la recuperación va a ser fácil. Le esperan seis meses de quimioterapia, luego radioterapia y cinco años de otro tratamiento. 

“No hay metástasis, es la suerte que tengo, que se cogió a tiempo”, destaca esta mujer, optimista desde siempre. Pero el miedo no se lo quita, sobre todo, porque una de sus primas también tenía buen pronóstico. Y, además, porque tiene dos hijos.

Para ella es importante saber que tiene la mutación y la labor de la consulta de riesgo familiar del Meixoeiro. “Algunos dicen que prefieren no saber, pero para mí es mejor porque le doy la oportunidad a mis hijos de hacerse la prueba si quieren”, argumenta. Están empezando a llegar los resultados de los test al resto de la segunda generación de la familia. Hay un primo portador y cuatro que aún lo desconocen. Luego vendrán las de la tercera, los hijos. “Uf, qué genética”, explica que lamentan los suyos y suelen añadir. “No vamos a tener hijos porque, para qué, si mueren las madres”.

En la familia de Teresa Barros Carballo, uno de los principales preocupaciones está ahora en la posibilidad de tener nietos libres de la mutación BRCA-1, que portan ella, sus dos hermanas y cinco de los ocho hijos que tienen entre las tres.

Ahora que tienen su árbol genealógico, se puede. Un comité médico debe aprobar cada caso. Y tras la autorización comienza un “calvario” de estimulación ovárica, fecundación en laboratorio, selección de los embriones libres de esa mutación, transferencia y espera con los dedos cruzados para que vaya adelante. Es un proceso “moi longo, de anos”, lamenta. “Pero os que estamos neste camiño, con todo o que levamos de tratamentos, sufrimento e secuelas, non lles recomendamos que se arrisquen a ter un fillo con isto”, destaca.

A Teresa le diagnosticaron cáncer de mama a los 43 años. Luego, fue a una de sus sobrinas, con poco más de treinta años. “Colmó el vaso” la detección de cáncer de ovario a sus dos hermanas, gemelas, a los 63 años y con una diferencia de pocos meses. Fue hace tres años, coincidiendo con una recidiva de Teresa. Esta vez, de útero. “Na casa estabamos as tres con cancro, xuntas, con quimios, con radio, sen pelo”, recuerda. Aunque está contenta de ser superviviente, de sus palabras se deduce que no ha perdido el miedo: “O cancro de ovario [uno de los que puede provocar esta mutación] é moi silencioso e cando da a cara é moi tarde: ou quedas con secuelas ou eres propensa a metástase”.

Por eso para ella son tan importantes las revisiones. Está muy contenta con la atención recibida en la Unidad de Mama del Meixoeiro –a la que se cambió tras peores experiencias en otro hospital– y sabe que las urgencias las atienden muy rápido, pero cuenta que últimamente está sufriendo retrasos con los TAC de control en el Chuvi debido a la lista de espera. Entiende que puede haber otros casos prioritarios, pero advierte de la ansiedad que en estas pacientes provocan las revisiones.

Solo en primera cita, la consulta de asesoramiento de riesgo de cáncer de mama del Meixoeiro atendió a 264 personas que, por antecedentes personales o familiares necesitan un seguimiento diferente. Es un 15% más que el año anterior. También subió un 30% el número de estudios genéticos solicitados, hasta los 115. La coordinadora de la Unidad de Mama, la doctora Rosa Mallo, explica que Enfermería realiza primero un árbol genealógico y si hay hallazgos que sugieren riesgo familiar, pasan a la consulta médica. Que dispongan de este recurso hace que aumenten estos pacientes, pero también que “hoy en día se conocen más genes que provocan este cáncer y hay más acceso a realizar paneles pequeños”.

La doctora explica que los tumores genéticos suponen entre un 5 y un 10% del total, mientras que hay otros con agregación familiar que no se pueden atribuir a ninguna mutación conocida –por el momento–. Destaca que la gran mayoría de los casos son esporádicos –suelen surgir en personas de más edad que los genéticos–. También están aumentando por el envejecimiento de la población, la obesidad, el consumo de alcohol, una mejor detección por técnicas de imagen más sensibles, mayor información de la población... En el Meixoeiro detectaron 423 nuevos casos en 2021, un 9% más que el año anterior.

La buena noticia es que “la tasa de curación es de entre el 90 y el 95% por las nuevas terapias”. “Hoy es una enfermedad curable o crónica en la mayoría de los casos, por lo que diagnosticar y tratar solo es la mitad del camino. La otra es mejorar la calidad de vida”, destaca Mallo.

Equipo de la Unidad de Mama del Meixoeiro, con ADICAM y AECC. FDV

Unidad del Mama del Meixoeiro

En cuanto a la Unidad del Mama del Meixoeiro, el Sergas destaca la incorporación de un nuevo especialista de cirugía de mama, con lo que aumentan a seis estos especialistas. El año pasado, realizaron 612 intervenciones, un centenar más que el anterior.

Esta unidad no deja de crecer, tanto en recursos humanos como espaciales y tecnológicos; crecimiento que va parejo al incremento de actividad”, subraya la doctora Mallo.

Este año se renovó también el equipamiento ecográfico, con la incorporación de dos máquinas de última generación. Se realizaron 7.372 ecografías de mama, además de 8.603 mamografías y 805 resonancias magnéticas.

La unidad cuenta con una vía rápida que garantiza que cualquier sospecha se ve en menos de una semana. A través de esta vía se estudiaron 3.098 pacientes, el 58% derivados de los centros de salud y el 30% del programa de detección precoz.

La unidad está integrada por especialistas de Radiodiagnóstico, Anatomía Patológica, Cirugía General, Ginecología y Enfermería y cuenta con el apoyo de Oncología Médica, Radioterapia, Psiquiatría, Geriatría, Rehabilitación, Anestesia y Cirugía Plástica.

Mesa informativa de la AECC en Príncipe. Alba Villar

En la Asociación Española contra el Cáncer, que ayer ubicó una mesa en Príncipe, subrayan que aún queda mucho camino en investigación. Por ejemplo, con el cáncer de mama metastásico: entre un 5% y un 6% de se diagnostica en este estadio, con una supervivencia del 25%. Del 95% restante, un 30% desarrollará metástasis con el tiempo. 

Contenedores rosas de Ecovidrio en Vigo. Xornal

Dos contenedores de vidrio rosas

Por otra parte, el Concello ha instalado dos contenedores de vidrio rosas en Gran Vía para colaborar en las campañas de prevención del cáncer de mama. El alcalde, Abel Caballero, explicó que estarán ante los Redeiros durante dos semanas, en una iniciativa en colaboración con Ecovidrio.

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