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Montaje con los rostros de Carolina Darias y Karl Lauterbach.FDV

El ministro epidemiólogo germano que no dora la píldora

Karl Lauterbach, titular de Sanidad de Alemania y científico, tiene el perfil opuesto a Carolina Darias | Advierte de la ola que llegará en otoño y del COVID persistente

Carolina Darias y Karl Lauterbach llevan la cartera de Sanidad de sus respectivos países y pertenecen a la socialdemocracia. Ahí acaban los paralelismos. El ministro alemán destaca entre sus homólogos europeos por su formación y experiencia como epidemiólogo, y sobre todo por no pretender decirle a sus ciudadanos lo que quieren oír, sino la realidad tozuda de la pandemia. En sus siete meses en el cargo ha advertido sobre las repercusiones del COVID persistente, la ola que llegará en otoño y la necesidad de ir más allá de la vacunación para combatir el coronavirus. Son mensajes en línea con la evidencia científica y la OMS, pero que pocos políticos verbalizan por incómodos. Y Darias, conocida por su frase de que “las mascarillas dejan paso a las sonrisas”, de las que menos.

Según la Real Academia Española, dorar la píldora es “suavizar con artificio y blandura la mala noticia que se le da o la contrariedad que se le causa”. No es algo en lo que haya incurrido Karl Lauterback, que fue cocinero antes que fraile; es decir, epidemiólogo antes que ministro de Sanidad. Y no cualquier epidemiólogo.

Formado en Medicina en las universidades de Aquisgrán (Alemania), Texas (EE UU) y Düsseldorf (Alemania), donde se graduó, Lauterback (Düren, Alemania, 1963) estudió política y gestión de la salud, así como epidemiología, en la prestigiosa Escuela de Salud Pública de Harvard (EE UU). Allá estuvo becado por la Fundación Konrad Adenauer, entidad próxima a la CDU, partido de centro derecha en el que militó hasta 2001.

Desde 1998 hasta 2005, Lauterbach ejerció como director del Instituto de Economía de la Salud y Epidemiología de la Universidad de Colonia. Fue nombrado profesor adjunto en la Escuela de Salud Pública de Harvard en 2008. Integró el consejo de expertos que asesoró al gobierno federal alemán sobre la evolución del sistema sanitario germano desde 1999 hasta 2005, cuando fue elegido miembro del Bundestag.

Formado en Harvard, analizó la pandemia en medios alemanes antes de ser ministro

En la esfera política, y como miembro del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Lauterbach integró una comisión de expertos sobre la reforma de la atención hospitalaria de Alemania.

Con este amplísimo bagaje, el pasado 6 de diciembre fue designado ministro de Sanidad por el canciller Olaf Scholz, dentro del llamado gobierno de “coalición-semáforo” entre socialistas (rojos), liberales (naranjas) y ecologistas (verdes). Lauterback se había distinguido como comentarista de la pandemia de COVID-19 en los medios de comunicación alemanes, por lo que el corresponsal de “The Economist” en Berlín describió su llegada al Gobierno como “quizá el nombramiento de ministro de Sanidad más esperado en la historia del mundo democrático”.

La experiencia y el perfil técnico de Lauterbach contrastan con el currículum de Carolina Darias, licenciada en Derecho y sin bagaje previo en el ámbito sanitario. Aunque Darias no es una excepción: de todos los ministros de Sanidad de la democracia española, solo cuatro estudiaron Medicina: Ana Pastor, Bernat Soria, Carmen Montón y María Luisa Carcedo. Ninguno de estos 4, por cierto, duró en el cargo más de dos años.

Lauterbach tenía que responder a las altas expectativas generadas. Una cosa es predicar y otra, dar trigo. Desde el inicio de su mandato, el médico y político germano ha seguido una política de transparencia informativa, sin miedo a ejercer de “Pepito Grillo”. Cuando llevaba solo una semana de mandato, Lauterbach expresó su preocupación de que Alemania se encaminaba hacia una 5ª ola de COVID mucho más intensa.

En abril advirtió sin pelos en la lengua sobre las consecuencias del COVID persistente, algo sobre lo que el Ministerio de Sanidad de Darias ha pasado casi de puntillas. “Los pacientes con COVID a menudo sufren un deterioro duradero de su rendimiento cognitivo y muestran los cambios cerebrales correspondientes. Se va la infección aguda y comienza la enfermedad crónica”, expresó el ministro alemán en su cuenta de Twitter, red social donde tiene más de un millón de seguidores.

El ministro germano en una conferencia.

El 15 de junio, Lauterbach mostró su preocupación por el aumento de contagios y advirtió que Alemania se encontraba ya en una nueva ola de verano: “Debido a que la actual variante del virus es muy fácilmente transmisible y han expirado prácticamente todas las medidas de precaución, este año el efecto verano en la pandemia se desvanece”. No hace falta subrayar que acertó de pleno. Además de recomendar mascarilla en interiores y la cuarta dosis para vulnerables, dijo entonces algo que la OMS ha repetido: que las vacunas, aunque necesarias, no son suficientes para prevenir las olas como la séptima, que ahora remite. En cambio, Darias siempre dio a entender que el alto índice de vacunación de España evitaría las últimas olas, algo que por desgracia no ha ocurrido.

El 24 de junio, Lauterbach vaticinó una fuerte ola de COVID en otoño y advirtió sobre sus consecuencias en la mortalidad y en el número de personas que sufrirán COVID persistente. De nuevo, eligió dar previsiones en base a datos científicos en lugar de apuntarse a la narrativa de las buenas noticias.

Lauterbach sigue compartiendo y comentando en Twitter los avances en investigación sobre COVID. En uno de sus tuits más recientes retuitea a un científico de referencia en la pandemia, Eric Topol, y afirma que “apenas hay muertes por COVID tras la 4ª vacunación. La diferencia con la tercera vacunación es grande. Para las personas mayores con factores de riesgo, por lo tanto, nadie debe esperar una vacuna mejor”.

El comité científico independiente SAGE, que asesora en esta pandemia al Gobierno británico –el cual no siempre sigue sus recomendaciones– considera fundamental para reducir casos y disrupciones que haya “mensajes claros y coherentes sobre el riesgo de COVID y la mitigación de riesgos, reforzados por declaraciones públicas de quienes ocupan puestos de autoridad”. La ausencia de mensajes claros y coherentes sobre la pandemia es algo que se la ha echado en cara tanto a Carolina Darias como a su predecesor, Salvador Illa, y su portavoz Fernando Simón. Lauterbach, sin embargo, cumple con creces con este requisito. No solo es la máxima autoridad sanitaria, sino que su prestigio científico le otorga auctoritas. Pocos defienden que haber estudiado Medicina sea imprescindible para ser ministro de Sanidad, pero en tiempos de pandemia seguramente ayuda mucho.

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