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Ómicron: por qué la contagiosidad es clave

Una mujer con mascarilla en Inglaterra, donde se han aprobado nuevas restricciones. Neil Hall

Con la variante ómicron se repite el debate científico que se produjo hace justo un año con la alfa, identificada en Reino Unido. Faltan datos sobre su letalidad, aunque no pocos expertos, entre ellos el respetado inmunólogo estadounidense Anthony Fauci, han barajado la posibilidad de que sea menos virulenta. Sin embargo, la incógnita más crucial podría no ser tanto este factor como su transmisibilidad. Baste un ejemplo: si la severidad de ómicron fuese un 50% menor que la de delta, al cabo de 4 semanas produciría un 50% menos de hospitalizados totales. Pero si resultase ser un 50% más contagiosa causaría un 650% más de ingresos hospitalarios. La OMS instó ayer a los países a no esperar a que se despejen estas incógnitas y llamó a actuar “ahora”.

Lo explicó ayer el epidemiólogo irlandés Michael Ryan, responsable de la respuesta de emergencia de la OMS: “Si permitimos que los virus se transmitan sin control, generarán más. Ya lo vimos con delta y con otras variantes –advirtió–. Si se deja que se propaguen sin control, aunque no sean individualmente más virulentos o letales, simplemente generarán más casos. Ejercerán presión sobre el sistema sanitario y morirán más personas. Eso es lo que podemos evitar”.

Su jefe, el director general de la OMS, Tedros Adhanom, avisó que “si los países esperan a que sus hospitales empiecen a llenarse será demasiado tarde. No esperen. Actúen ahora”, urgió. “Los recientes datos de Sudáfrica sugieren un mayor riesgo de reinfección con ómicron, pero se necesitan más datos para sacar conclusiones más firmes”, precisó.

Ya se han declarado un millar de casos de ómicron en cerca de 60 países, y un 46% de las detecciones se han realizado en África.

Basándose en las matemáticas, los epidemiólogos subrayan que, mientras la letalidad de un virus es una función lineal, la transmisibilidad es exponencial. Ya hace casi un año, el matemático y epidemiólogo Adam Kucharski, autor de “Las reglas del contagio”, advirtió que una variante que fuera un 50% más transmisible supondría, en general, un problema mucho mayor que otra un 50% más letal. Así ha ocurrido con alfa y meses después con delta, la ahora dominante, que es entre un 40% y un 60% más transmisible que su predecesora detectada en Reino Unido. Las vacunas han amortiguado en gran medida el impacto en la hospitalización y en la mortalidad que sin ellas hubiesen producido estas dos variantes de preocupación. Los datos preliminares apuntan a que ómicron es más transmisible que delta, pero está por ver en qué medida y qué parte de esa rapidez se debe su capacidad de reinfección y qué parte a una ventaja biológica intrínseca, si la hay.

“Si los datos se confirman podría ser un final de la pandemia, una adaptación; que [el SARS-CoV-2] pasase a ser un virus del catarro como son otros coronavirus”

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Por otro lado está la posibilidad de que ómicron sea más leve. El epidemiólogo gallego Juan Gestal se refirió ayer a esta hipótesis. “Si los datos se confirman podría ser un final de la pandemia, una adaptación; que [el SARS-CoV-2] pasase a ser un virus del catarro como son otros coronavirus”, dijo en declaraciones a TVE. Sin embargo, matizó que “es muy arriesgado decirlo” y que hay que mantener “los pies en el suelo”. Añadió que “entre tantas noticias pesimistas vemos alguna que es un poco optimista”, pero que todavía es pronto para afirmar que estamos “al final del túnel”.

El profesor de la Universidad de Navarra Francesc Pujol, experto en métricas y estadística y analista de datos en esta pandemia, señaló en su cuenta de Twitter que para que las hospitalizaciones totales no aumenten, la nueva variante “debe tener efectos realmente mucho más leves. Y cuanto más transmisible sea, la compensación de levedad debe ser mucho mayor para evitar que la expansión de ómicron no se traduzca en más hospitalización”.

En definitiva, un aumento en algo que crece exponencialmente, como la transmisión, puede tener mucho más efecto que el mismo aumento proporcional en algo que solo escala un resultado, como la severidad, sin mencionar el impacto en la letalidad que tendría un sistema sanitario colapsado por un número abrumador de casos.

El científico Andrew Hayward, miembro del comité Sage que asesora al Gobierno británico sobre la pandemia, defendió ayer las medidas del Ejecutivo de Boris Johnson para frenar la expansión de ómicron, ya que los casos en Inglaterra se están duplicando de forma “muy rápida”, cada dos o tres días.

La protección de las vacunas se extiende hasta al menos seis meses, dice la OMS

La directora del Departamento de Inmunización de la OMS, Kate O’Brien, afirmó ayer que la protección que ofrecen las vacunas contra la COVID-19 se extiende hasta seis meses después de haber recibido la segunda inyección, o la dosis única en el caso de la vacuna de Janssen. Añadió que “no es probable que pierdan toda su eficacia” frente a ómicron. Esta científica canadiense recordó que sigue siendo importante que “todo aquel que tenga acceso a las dosis se vacune” y que “no se puede asumir que la población vacunada va a proteger a los no vacunados”.

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