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El día a día de los perros policía

Los héroes más anónimos

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El jefe del grupo Cinológico Fran Varela, con Homer, en la Estación Marítima de Vigo. Pablo Hernández

En gran parte de los últimos casos más mediáticos de búsqueda de desaparecidos en España los agentes de hocico y cuatro patas –perros policía– han sido determinantes para encontrar los cuerpos e incriminar a los asesinos y asesinas. Pero también han sido y son la esencia para localizar personas desaparecidas en los montes, tráfico de estupefacientes, explosivos, armas o dinero procedente de negocios ilícitos.

“Galicia es la comunidad que más salidas de búsqueda de personas desaparecidas tiene de toda España. Hacemos entre 50 y 60 al año. De muchas, no se entera nadie, ni la prensa. El alto número viene dado por la edad avanzada de la población y las enfermedades que la acompañan como alzhéimer o demencia senil, además de la existencia de mucha vegetación. Abundan mucho los casos de paisanos que salen a dar una vuelta fuera de casa y a los cien metros se desorientan y ya no aparecen. Muchos caen entre los helechos y las silvas. Las familias no los encuentran y a lo mejor están a 150 metros de su casa”, explica Antonio Rueda, cabo primero de la Guardia Civil, responsable del Grupo de Búsqueda y Rescate con base en Ourense.

Allí, la Guardia Civil cuenta con siete canes. Cuatro están dedicados a la búsqueda de personas desaparecidas en grandes áreas; otro testa cebos envenenados; un sexto está preparado para los operativos antidroga y otra está ubicada en Trives, especializada en la busca de personas en avalanchas de nieve.

Los héroes más anónimos

El Grupo de Búsqueda y Rescate de la Guardia Civil con base en Ourense y su canes Pablo Hernández

“Hace poco participó en un operativo en San Isidro donde tras caer una quitanieves desaparecieron dos personas, sepultadas durante días”, puntualiza Rueda cuyo compañero de trabajo es Brit, un pastor alemán de línea checa de dos años y medio de edad, especializado en la busca de desaparecidos. En su caso, el perro duerme en la Comandancia. No puede tenerlo en casa porque a una de sus hijas le da miedo. Sin embargo, el resto de agentes de la unidad convive con los canes en sus hogares.

La base en la ciudad de As Burgas presta diferentes servicios como una guardia de 24 horas todos los días de la semana. “Siempre hay un guía y un perro disponible para salir en una búsqueda. Si es relevante, por ejemplo, un niño, iría toda la plantilla, incluso los que estén libres. La dedicación es total”, señala Rueda.

Este explica que “para preparar a los perros hay dos caminos. Por la vía oficial que ofrece el servicio cinológico con base en Madrid, nos ofrecen un perro entre 11 y 12 meses, ya criado, prácticamente adulto. A partir de ahí, nos lo envían aquí. En cinco meses, tenemos que adiestrarlo. Después, pasa una evaluación técnica. Si la supera se fusionan perro y guía formando una unidad de búsqueda operativa”.

El segundo camino consiste en que un agente adquiera o logre un cachorro, lo críe y al llegar a los 11 o 12 meses lo remita a evaluación técnica de la Guardia Civil. Si sale apto, entonces es donado al cuerpo que se encargaría de los costes de alimentación y veterinario. Si cumple los criterios y pasa una nueva evaluación, comenzaría a estar operativo.

El agente de la Guardia Civil Víctor Fraga con Koto, en Ourense | R /FERNANDO CASANOVA

Esta alternativa es por la que optó el agente Víctor Fraga con su can Koto. “Paso con él las 24 horas del día. Incluso si voy de vacaciones, busco un hotel al que pueda ir con él”, señala. “Al vivir con ellos creas un vínculo muy fuerte. No quiero decir que si no hay vínculo no se pueda trabajar, sino que cuando lo hay trabajas más a gusto”, matiza un agente que participó en la operación de la Guardia Civil que en 1997 descubrió al entonces funcionario de prisiones Ortega Lara en un zulo de ETA en Mondragón tras 532 días sin libertad.

Entonces, el juez Baltasar Garzón estuvo a punto de levantar el operativo antes de encontrar al secuestrado tras horas de búsqueda sin resultado pero la insistencia del jefe de la operación evitó que se desmantelara sin frutos.

Volviendo al presente y los canes policía, otros servicios que prestan son los preventivos en prisiones o previniendo la inmigración irregular. “Nuestro compañero Ignacio tuvo más de 90 positivos en el puerto de Melilla por vehículos que intentaban salir con gente dentro escondida”, señala el cabo primero Antonio Rueda.

Este agente incide en que su servicio más relevante es la búsqueda de personas. “Desgraciadamente, no las encontramos siempre. En el monte gallego a veces, no se puede ni andar. La mayoría de las veces aparecen ya cadáveres”, señala con franco pesar.

“Encontrar a una persona no es fácil, tenemos espinitas clavadas”

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En otras ocasiones, sí hay luz aunque el día sea plomizo como cuando Fraga encontró con su perro a dos jóvenes en Amoeiro a las once de la noche. Además, “en el mes de mayo –añade Antonio Rueda– tuvimos la suerte de ir a un operativo en Ramirás, Ourense. Era un domingo de mañana que llovía a dolor y fuimos Brit y yo. Desapareció un señor de 88 años. Fue en dirección contraria, a 500 metros cayó. Pasó día y medio, con hipotermia y el domingo lo localicé. Estaba vivo, bastante mal y fue la gloria, una explosión de alegría. No es fácil. Tenemos espinitas clavadas que te hacen saltar las lágrimas”.

Fraga recuerda a una madre de 80 años, con demencia, que desapareció en Amoeiro. Al hijo, muy afectado, le dio un infarto en la búsqueda. Ella aún no ha aparecido, aunque fue buscada con perros especializados en cadáveres procedentes de Madrid. La unidad de Ourense confía en poder tener uno con esta especialización pronto.

El agente Fraga explica que “si el rigor mortis es muy avanzado –el cuerpo está frío por el fallecimiento– el perro no lo detecta. Lo huele pero no sabe qué hacer, no ladra” ya que los canes de Ourense adiestraron para buscar a vivos.

Antonio Rueda (1i), con Brit; con Víctor Fraga más Koto (c) y otro agente en la Comandancia de la Guardia Civil en Ourense. Fernando Casanova

A 70 kilómetros de la Comandancia, en el puerto de Vigo, otro agente de la Guardia Civil trabaja con su perro. “Homer, un labrador, fue donado por una familia de Madrid pero la hija pequeña desarrolló una alergia. La familia lo donó y como a mí se me había muerto la perrita que tenía llamé a Madrid y me lo asignaron”, explica Fran Varela, jefe del grupo Cinológico de Pontevedra y guía de perros EDEX, Equipo de Desactivación de Explosivos.

En su caso, Homer al igual que el resto de perros oficiales de la Guardia Civil en Vigo vive en las instalaciones especiales junto al Aeropuerto de Peinador. Él está especializado en detección de explosivos y trabaja especialmente en la terminal de cruceros, aunque otros compañeros los buscan en el aeródromo. “Tiene un entrenamiento similar al del perro de búsqueda de drogas. Nosotros utilizamos el condicionamiento operante. Jugamos con él tirándole un rodillo, un trozo de felpa. Se acostumbra a buscarlo. Procuramos perros con mucho instinto de búsqueda. Después asociamos el juego a la sustancia que queremos que busque. Al encontrar el explosivo, lo marca sentándose, no ladra (como en la búsqueda de personas)”, señala Varela.

El jefe del grupo Cinológico Fran Varela, con Homer, en la Estación Marítima de Vigo. Pablo Hernández

Guía y perro estuvieron recientemente en Madrid en prácticas con otros equipos para búsqueda de explosivos de Al Qaeda. “Lo hacemos normalmente tres veces al año”, añade Varela cuya perra anterior Fanny encontró un artefacto explosivo en Nigrán de Resistencia Galega. El propio Homer, en un registro contra la cúpula de la organización armada independentista en una vivienda en Fornelos de Montes localizó un kalashnikov.

“Hoy en día tenemos siempre latente el tema del terrorismo islámico por eso seguimos entrenando y trabajando como si fuese una situación crítica”, añade Fran Varela.

Varela –que al igual que Víctor Fraga trabajó en la lucha antiterrorista en Euskadi en los años de ETA– señala que en la búsqueda y detección de explosivos “el margen de error debe ser cero, la compenetración con el animal debe ser total; no la puedes cagar, el perro no puede equivocarse porque lo que hay en riesgo son vidas. No puedes dudar si hay que evacuar todo o no, tienes que decidir rápido”.

Pero ¿qué ocurre cuando los perros se jubilan? En muchos casos, los guías se los quedan como mascota. Si no tienen esta suerte, desde Madrid se ha activado el servicio Héroes de cuatro patas que brinda la posibilidad de adoptarlos cuando llegan a los ocho o diez años de vida y ya no pueden prestar servicio.

No obstante, no solo hay perros policía en la Guardia Civil, la Policía Nacional en Galicia también dispone de ellos: 18 que viven en la base en A Coruña, adiestrados por nueve agentes cuya principal función es la preventiva, presencia policial y chequeo continuo de lugares.

El Policía Nacional Emilio con la perra Mika en una exhibición en Ribeira. Policía Nacional

“Nosotros partimos de la base de que estos canes son herramientas de trabajo, aunque hay compañeros que se los llevan a casa. Necesitamos perros con carácter para poder trabajar con ellos y que tengan sus institutos innatos a flor de piel. Cuanto antes empezamos con la educación y socialización (hasta los ocho meses) para adaptarlo al guía, mejor. Después, pasamos a la obediencia para tener dominio sobre el animal y luego a la especialidad más o menos cuando cumple el año. Salen todos los días a entrenar o a hacer controles preventivos”, señala el inspector M. Cubero, subjefe de la unidad.

La pastor belga Mika de la Policía Nacional localizó 37.000 euros ocultos tras un horno

En la Policía Nacional en Galicia los perros policía están especializados en búsqueda de explosivos y de drogas, billetes de curso legal y armas. “Le pongo un ejemplo, señala, una pastor belga malinois, Mika, que tenemos aquí encontró detrás del horno de una cocina 37.000 euros de curso legal que pasan al tesoro del Estado. También localizó ese día 760 gramos de cocaína. La propusimos este año para una medalla pero no se la concedieron en el Ministerio del Interior”.

En cuanto a la leyenda urbana de que se droga a los perros policía para que detecten estupefacientes, señala que “si a un perro le metes droga, no puede dilucidar que le falta la droga para salir de su síndrome de abstinencia. Adiestramos a perros para buscar explosivos y billetes y no por ello se los metes dentro del cuerpo. Tienes que condicionarlo por el olor. Le das a oler la droga y lo premias, condicionándolo”, concluye.

Así entrena Brus, el perro policía que se jubila en Galicia

Así entrena Brus, el perro policía que se jubila en Galicia ANA LÓPEZ / FOTO: GUSTAVO SANTOS

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