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Capacitados para desarrollar su propio negocio

De izquierda a derecha: José Trigo, Rosa María, José Ferro y Silvia Carrera Pablo Hernández | Iñaki Abella

El acceso al mercado laboral supone una dificultad añadida para las personas con discapacidad, de ahí que los gobiernos traten de favorecer su inserción bonificando contratos a trabajadores con diversidad funcional y estableciendo leyes que fijan un porcentaje de personal de plantilla con minusvalía en medianas y grandes empresas. 

Gallegos con discapacidad encuentran en el autoempleo su alternativa laboral y crean sus empresas | Son los casos de Rosa María Rodríguez, propietaria de un centro de idiomas, Sandra Carrera, artesana con tienda online, José A. Trigo, distribuidor de zamburiñas, y José M. Ferro, dedicado al cultivo de pimiento de Herbón

Por otra parte, el autoempleo es, para muchos individuos de este colectivo, la mejor alternativa de trabajo por diversos motivos, ya sea de conciliación de la vida laboral y familiar, como salida a las pensiones por incapacidad que apenas les dan para vivir o como proyecto vital para emprender sus propios negocios a un ritmo ajustado a sus necesidades. 

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Estos emprendedores también se benefician de incentivos en forma de ayudas económicas que convocan entidades como la Fundación Once para poner en marcha sus empresas.

“Las mayores dificultades son en el tema comercial, por cuestión de imagen y porque no oigo bien”

José A. Trigo - Distribuidor de zambruriñas

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José Antonio Trigo en su empresa en Cambados. Iñaki Abella

Es el caso de José Antonio Trigo Costa, que en octubre de 2020 inició su andadura trabajando por su cuenta en la empresa con sede en Cambados Baldrascada, dedicada a la distribución de zamburiña.  Con experiencia en esa misma compañía, donde antes había trabajado por cuenta ajena, este emprendedor de 40 años con discapacidad auditiva y física utilizó la subvención para poder hacerse con mercancía, aunque esa ayuda no le eximió de tener que acudir a un crédito para la compra de una furgoneta preparada como congelador, equipos informáticos y otros materiales necesarios. “Las mayores dificultades que encuentro por la discapacidad son en el tema comercial, tanto porque no oigo bien como por cuestión de imagen, aunque ahora con la mascarilla no se me ve la parálisis facial”, comenta. En sus reuniones con clientes busca sitios sin contaminación acústica para ser capaz de mantener una conversación.

La crisis derivada de la pandemia ha afectado a su negocio, ya que la gente no consume tanto marisco que él suministra a hosteleros y pequeñas tiendas de comestibles en el mercado gallego. Para dar el salto a nivel nacional esperará al próximo mes de noviembre, ofreciendo volandeira gallega además de la vieira del Pacífico y del Reino Unido que distribuye.

Considera que la complicación que padecen otros trabajadores se ve aumentada en personas con discapacidad. “Una persona con una enfermedad tiene que dar un rodeo bastante grande antes de ponerse en acción porque necesita dormir bien, hacer ejercicio y llevar una rutina sana. Si haces sobreesfuerzos, se te levanta un zumbido en la cabeza y ese día ya no puedes trabajar”, manifiesta.

“Si no montara mi empresa, solo tendría derecho a una pensión de 400 euros ”

Rosa Mª Rodríguez - Propietaria de un centro de idiomas

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Rosa María Rodríguez tiene una academia de inglés. Pablo Hernández

La discapacidad física derivada de la enfermedad crónica que padece desde los 14 años impidió a la viguesa Rosa María Estévez tener experiencias laborales por cuenta ajena y la llevó a ganarse la vida dando clases particulares de inglés por su cuenta. “No quieren contratar a alguien que está enfermo; las grandes empresas, que están obligadas a tener un porcentaje de empleados con minusvalía, prefieren a gente con discapacidad psíquica o sensorial para que puedan hacer trabajos físicos”, explica. Además, su formación como diseñadora de interiores tampoco la ayudó a encontrar trabajo a esta mujer, cuya discapacidad le fue reconocida a los 27 años. Ahora, con 44, dirige desde hace casi tres años, su propio centro de idiomas y traducción. Haber vivido en Inglaterra tras finalizar sus estudios le sirvió para poder abrir en octubre de 2018 “English Time”, en la parroquia viguesa de Valladares.

Roda María Rodríguez Pablo Hernández

Obtuvo una ayuda del fondo europeo concedida por la Fundación Once para poner en marcha el negocio y recibir asesoramiento en la etapa inicial. “ Al no haber cotizado solo tendría derecho a una pensión no contributiva de 400 euros mensuales”, comenta. Así que el autoempleo fue su mejor opción. “Intento aguantar todo el tiempo que pueda trabajando sola, aunque ya contemplo que cuando no aguante deberé contratar a alguna persona”, comenta. Y es que el estrés que genera llevar una academia de idiomas -”no solo es dar clases, sino atender a necesidades específicas de alumnos, prepararlos para los exámenes, diseñar deberes, etc”- es más perjudicial cuando se tiene una enfermedad cuyos síntomas se acentúa con el nerviosismo.

No ayudó la situación de pandemia, que paralizó su actividad, excepto algunas clases telemáticas, y redujo su alumnado a la mitad incluso a día de hoy, suponiendo además el cese de las actividades extraescolares que llevaba en colegios y la situó como persona de riesgo al ser inmunodeprimida. Rosa María Rodríguez se muestra decepcionada también por la escasa integración social del colectivo al que pertenece. “Se están visibilizando otros colectivos, pero las personas con discapacidad parece que incomodan, somos tan invisibles socialmente que solo tenemos una paga si superamos el 65% de incapacidad”. lamenta.

“LLevar este negocio familiar me permite prolongar mi vida laboral”

José M. Ferro - Cultivo de pimiento de Herbón

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José M. Ferro - Cultivo de pimiento de Herbón Iñaki Abella

Cobrador de peaje en la autopista con 21 años, y jardinero del Concello de Padrón hasta que una prótesis en la rodilla le supuso la incapacidad para desempeñar su puesto de trabajo habitual con 41 años, José Manuel Ferro Lago se convirtió en empresario a los 45, cuando tomó las riendas del negocio familiar porque sus padres se jubilaban y encontró así la opción de mantenerse en la vida laboral. El propietario de Pimientos Carmucha, compañía que cultiva y comercializa pimiento de Herbón, cuenta con un empleado fijo desde que se dio de alta de autónomos, pues fue el requisito para acceder a la ayuda al emprendimiento que convoca la Fundación Once, a donde fue remitido por la Confederación Galega de Personas con Discapcidade (Cogami) . En temporada de cosecha, la plantilla se incrementa, entre tres y cinco empleados más.

José Manuel Ferro con sus cultivos en Padrón. | // IÑAKI ABELLA Iñaki Abella

“Es mejor trabajar por cuenta ajena cobrando un sueldo fijo a fin de mes, pero no me arrepiento de haber cogido el negocio porque apenas tuve que hacer inversión. Si hubiera tenido que empezar de cero, no sería rentable”, comenta Ferro Lago. Sabe que su prótesis de rodilla tiene fecha de caducidad -suelen durar entre diez y doce años-, que reemplazarla con éxito será complicado y que puede aumentar su grado de discapacidad. Por eso contempla retirarse del mercado laboral a los 55 años. Mientras tanto, se esfuerza en la expansión de su producto. Hace cuatro años comenzó a sacar derivados del pimiento de Padrón, como confitura, pimentón, escamas de pimiento, queso y vinagre. Y ha conseguido que su producto entre en restaurantes con Estrella Michelín como el de Martín Berasategui, según él mismo comenta.

“Dejé mi trabajo de bióloga para tener un horario que me permita estar con mi hija”

Silvia Carrera - Artesana con tienda online

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Silvia Carrera en el taller de su negocio, “Pintando hilos” Pablo Hernández

El pasado mes de enero Silvia Carrera Soengas dejó su empleo como bióloga, profesión para la que se formó en la universidad, decidida a hacer de su afición y talento artístico su medio de vida con el objetivo de poder pasar más tiempo con su hija de cuatro años y convertirse en su propia jefa. El 1 de junio se daba de alta en  autónomos para dedicarse por entero a su tienda online @pintando_hilos (en Instagram), que ofrece regalos de artesanía personalizados al gusto del cliente.

Esta viguesa de 40 años, cuya discapacidad orgánica no es visible ni le condiciona su vida, comenta que su horario no le permitía conciliar vida laboral y familiar. “Llegaba a casa por la noche para bañar y acostar a mi hija, a la que no veía el resto del día. Me sentía mal porque siempre había dicho que quería criar a mis hijos, así que lo hablé con mi pareja, que tiene contrato indefinido” y se lanzó a abrir su negocio. Por otra parte, el puesto de trabajo que desempeñaba no le satisfacía plenamente. “Nunca le hecho ascos a ningún empleo, trabajé en sitios diferentes, desde el Mac Donalds hasta puestos de bióloga pasando por una panadería-cafetería”, comenta, a la vez que lamenta la política de contratación de personas con discapacidad que siguen algunas empresas. “Te cogen para cumplir la cuota, te tienen equis tiempo y te utilizan para lo que ellos quieren, no para lo que te contrataron”, afirma.

Silvia Carrera en el taller de su negocio, “Pintando hilos” PABLO HERNÁNDEZ

La buhardilla de su casa en Lavadores es ahora su centro de trabajo. Allí idea y confecciona todo tipo de originales regalos personalizados, desde maletas de viaje tipo hucha para novios que prefieren que se les dé dinero en su boda hasta los platos de porcelana pintados conmemorativos de nacimientos y las libretas de fieltro con que comenzó a realizar esa actividad como fuente de ingresos extra hace años, pasando por topers para tartas, copas, jarras de cerveza o vasos de cubata grabados, marcos de foto y diferentes artículos que sus clientes le piden. “De momento la experiencia está siendo positiva, conseguí cerrar el primer mes de actividad con balance positivo. Mi intención es vivir de esto siendo mi propia jefa y poniéndome mis horarios, que a partir de septiembre serán por las mañanas, cuando la niña este en el colegio y por la noche, cuando se vaya a dormir”, indica.

Siete de cada diez son autónomos sin asalariados 

Más de 50.000 ciudadanos con discapacidad trabajan por cuenta propia en España, lo que equivale a una tasa del 10,4% y en su gran mayoría, el 69, 4%, son autónomos sin asalariados, según datos del Observatorio del Mercado de Trabajo para Personas con discapacidad , Odismet,

Para ayudar a este colectivo a impulsar sus ideas de negocio, Fundación Once cuenta con el programa “Talento Emprende”, del que se han beneficiado un total de 171 gallegos con discapacidad desde su creación en 1988. Actualmente e está abierta la convocatoria de ayudas de 2,8 millones de euros para el periodo 2018-2022. En ella se han incorporado criterios específicos para favorecer, por ejemplo, el emprendimiento en el mundo rural, el de las mujeres con discapacidad o la digitalización.

Gracias a esta iniciativa, las personas beneficiarios reciben una ayuda económica fija y mínima de 3.000 euros que puede incrementarse en función de su perfil: hasta 2.000 euros más para colectivos con especial dificultad, entre los que se encuentran personas con parálisis cerebral, enfermedad mental o discapacidad intelectual.

Los parados de larga duración los mayores de 65 años y las mujeres también reciben especial bonificación. Y es que la pandemia parece haberse cebado con el colectivo de mujeres discapacitadas, de ahí que la Asociación de Mulleres con Discapacidade de Galicia (ACADAR) lance una encuesta específica para valorar la situación y tomar medidas.

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