El 29 de marzo anunció entre lágrimas, en un vídeo que subió a Instagram, que volvía a casa tras recuperarse en el hospital Infanta Leonor de Madrid del Covid-19, que a punto ha estado de costarle la vida. Al día siguiente anunció que no estaba aceptando ninguna entrevista. "Mi historia aquí no es lo importante", explicó. Ahora, el actor vigués -aunque nacido en Francia- Tristán Ulloa, que cumplió 50 años hace un par de semanas, accede a la petición de FARO para hablar de lo seria que es esta enfermedad, de la necesidad de apoyar a los sanitarios y de la difícil vuelta a la normalidad de su oficio, el cine, el teatro y la televisión.

El que fuera sargento Castro en "Fariña" se enteró ayer por FARO de la decisión, anunciada minutos antes, de que Madrid, donde reside, pasará este lunes a la fase 1.

- Un poco más de libertad...

-Quiero tomarlo con prudencia. Si es por mí, yo seguiría en fase 0. Todos tenemos ganas de salir de sentarnos en una terraza, pero una cosa son las ganas y otra la realidad. Me asusta bastante lo que estoy viendo. Hay de todo, gente responsable y muy irresponsable también.

- Supongo que se refiere a las manifestaciones en Madrid.

-Sí, de todo un poco. Entiendo que todos estamos impacientes, llevamos mucho tiempo encerrados, y la economía y todo esto. Soy el primero al que le ha costado mucho esta pandemia: ingresos, trabajos que tenía y que no sé cuándo se harán... pero por encima de todo está la salud.

- ¿Y cómo está la suya? La voz la ha recuperado, pero le oigo toser...

-No, la tos no tiene nada que ver con eso, es alergia pura y dura. Cuando vivía en Vigo esto no lo tenía. Lo de las gramíneas es una tortura, yo necesito estar cerca del mar. Tengo la garganta irritada. En cuanto a lo otro, ya está curado.

- Lo ha debido de pasar muy mal. Primero estuvo en un pasillo, luego en una camilla, pasó a un cubículo más independiente y después a una cama en planta. Parece que hasta se sintió culpable al ocupar una cama que quedó libre, después del caos que vio en el hospital...

-He sido consciente de lo mal que estaba cuando me lo han dicho los médicos. Incluso me pidieron permiso para inyectarme corticoides, porque no reaccionaba a los fármacos. Era eso o intubarme. Salió bien. En el hospital estuve una semana, pero antes de eso pasé una semana en casa aguantando con muchísima fiebre. Llegué a tener 40º el último día, deliraba y había perdido 10 kilos en 10 días. Estaba bastante desnutrido y deshidratado cuando llegué al hospital.

Pasé miedo, pero peor fue ver el caos a mi alrededor: gente en el pasillo, en sillas o en el suelo, tumbada con una botella. La gente no se hace a la idea. Cuando veo a tanto irresponsable haciendo el cabra estos días no le deseo que pase por lo mismo que yo, porque no se lo deseo a nadie, pero sí me gustaría que viesen algo de lo que yo he visto, porque no es para tomárselo a broma. He oído a alguno diciendo que esto ha sido una conspiración. Es como decir que la Tierra es plana o que el Holocausto no existió. Me parece faltarle al respeto a la gente que ha fallecido y a la que lo ha padecido.

- El 25 de febrero decía usted en Twitter que "la desinformación es la más contagiosa de las enfermedades". ¿No se nos informó de la gravedad real de la enfermedad?

-Tenemos un país lleno de epidemiólogos y expertos en todo a posteriori. Hay que ser muy prudente con las valoraciones a toro pasado. Durante los momentos más críticos se ha querido hacer política baja, sucia. Echarse los contagiados y los muertos a la cara me parece indigno. Quiero pensar que la gente ha dado lo mejor de sí misma. Elijo pensar eso. Se han cometido muchos errores y muy graves, pero no soy un experto. El que tenga una alternativa, que la aporte, pero es muy fácil sentarse a ver pasar los muertos y echar culpas.

- "Fernando Simón, gracias", tuiteó el 10 de mayo. Recibió muchas críticas por ese tuit. ¿Cree que hay que estarle agradecido?

-Es un tipo que está dando lo mejor de sí. ¿Qué información teníamos entonces y qué información tenemos ahora? Me parece un tema muy delicado como para sacar tajada política de esto. Había dos posiciones para esta crisis: aportar o no aportar nada. Está claro quién ha aportado, y este señor lo ha hecho. Otra cosa es que tenemos un sistema sanitario que se ha visto desbordado. Y hay cosas que hemos sabido a posteriori que se han hecho mal, pero no soy quién para señalar eso ahora mismo. Se está rindiendo cuentas a diario. Recuerdo el tema del ébola, había una mayoría absoluta de Rajoy que impedía la comparecencia de la ministra de Sanidad, Ana Mato. No daba cuentas nadie. Se dice que se sacrificó un perro en lugar de las 28.000 personas que han muerto... No estoy hablando de eso, sino de lo que se sabe ahora y se sabía entonces.

- Al menos en Madrid se ha visto algún gesto político edificante, como las palabras conciliadoras de la portavoz de Más Madrid, Rita Maestre, que llegaron a emocionar al alcalde, José Luis Martínez Almeida. Parece que la labor de Almeida ha suscitado un mínimo consenso de aprobación.

-No quiero convertir esta entrevista en una evaluación de lo que han hecho los políticos. Ha hecho lo que tenía que hacer, ni más ni menos. Por supuesto que hay que reconocer que hayan cooperado, pero yo no esperaba menos. He padecido el virus, ha estado a punto de costarme la vida, pero no se me ocurre cuestionar la labor de una eminencia como Fernando Simón. Nos encontramos ante algo nuevo, no solo para alguien como él, sino para el personal médico. Conmigo experimentaron y me preguntaron qué les parecía si me ponían una medicación u otra, porque estábamos ante algo desconocido. Si hubiese salido mal yo no le hubiese echado la culpa al médico. Estamos para salir de esto. Luego, si hay que definir responsabilidades, que cada palo aguante su vela.

- Cuando salió del hospital le dio las gracias a Jorge Drexler, que además de músico es doctor en Medicina. ¿Le ayudó en el aspecto médico, además de anímico?

-No, Jorge es un buen amigo. Tanto él como su chica, Leonor Watling, son muy amigos y estuvieron muy pendientes todo el tiempo que estuve en el hospital, me mandaron audios de apoyo, incluso una canción que me dedicó Jorge a través del programa de Ana Pastor. Es gente muy cariñosa y nuestros hijos van al mismo colegio.

- ¿Lo último que hizo antes de la enfermedad fue rodar la serie de TVE "La caza" en Mallorca?

-Sí, estaba rodando en Mallorca "Tramontana", la segunda temporada de "La caza. Monteperdido". Había conseguido rodar dos días, nada más. Enseguida tuvimos que cancelar y estamos pendientes de qué se va a hacer. Espero que lo retomemos más pronto que tarde, y que se haga con las medidas adecuadas, para preservar la seguridad del equipo.

- ¿Lo ve lejano todavía?

-Se ha retrasado todo bastante. Probablemente estamos hablando de 2021. Estamos pendientes del estreno de la primera temporada de la serie americana que hice el año pasado para Netflix, "Warrior nun". Más allá de eso, las cosas se van moviendo muy despacio. Hemos sido los primeros en parar y seremos los últimos en reiniciar. Suena a frase hecha...

- Sí, eso mismo me dijo un músico de Vetusta Morla.

-Es que va a ser así. Va a ser muy complicado que nos reincorporemos el sector artístico que trabajamos de cara al público, con mucho contacto físico. Y actuar en un teatro lo veo muy complicado y poco solvente.

- Hemos visto a Nerea Barros cuidando ancianos. Usted apoyó al Banco de Alimentos de Vigo.

-La tierra tira mucho, y si uno puede aportar algo, se aporta. Con Médicos del Mundo hemos hecho otra campaña que saldrá en breve.

- ¿En sus fantasías de confinamiento, imaginando la libertad, aparece algún paraje gallego?

-Hombre, apetece mucho respirar aire del campo y del mar. Tengo muy presente siempre a Galicia. Tenemos todavía un chat del equipo de "Fariña", lo llamamos "Fariñentos". Estamos ahí Touri [Xosé Antonio Touriñán], Carlos Blanco, Morris, Tamar Novas... El único que está en Galicia es Carlos Blanco, nos manda fotos de las playas desiertas de Vilagarcía y se nos cae la baba a todos. Está siendo muy cruel con esas fotos, no solo de playas, sino también de productos da terra que quitan el hipo [risas]. Nos hace sufrir mucho.