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El crimen absurdo

Tres crímenes les voy a contar, todos reales y absurdos. ¿Se atreven con ellos?

Fotomontaje: Simón Espinosa

[Primera entrega

Imagínense que, en una de las entrevistas que suelo hacer para documentar mis misterios, conozco a un asesino. Supongan que me enamoro, y que mientras ese asesino está en la cárcel, se me ocurre reproducir uno de sus crímenes, para que así la justicia lo considere inocente. Y no estamos hablando de crímenes sencillos, sino de secuestro, violación y estrangulamiento de jovencitas. Un planteamiento absurdo, ¿no les parece?

Pues esto sucedió con Verónica Compton, escritora de novela negra que en 1980 quiso sacar así de la cárcel a su recién estrenado novio. Aunque le concediésemos el beneficio de la duda en cuanto a que el tipo en efecto pudiese ser inocente, ¿qué podía justificar que ella misma se convirtiese en una asesina? Por fortuna, la joven a la que secuestró se defendió con ferocidad y pudo librarse de una muerte segura, pues la escritora hasta había llevado semen para simular una violación y ejecutar el patrón esperado.

En realidad, el novio de Verónica Compton sí era culpable. Se llamaba Kenneth Bianchi, y era más conocido como el Estrangulador de Hillside. Solo entre los años 1977 y 1979 violó y asesinó a al menos 10 mujeres; comenzó por prostitutas de Hollywood, cuyos cadáveres aparecían en cunetas, como si hubiesen sido arrojados desde un coche. Una última humillación para un cuerpo desvencijado. Pero, al parecer, no ejecutó solo todos aquellos crímenes; en algunos tuvo la colaboración de Angelo Buono, su primo. Qué macabra ocupación, qué almas tan enfermas. Supongo que por eso no me interesan este tipo de asesinatos, porque pertenecen a mentes nubladas y viciadas por una locura enferma, en la que no me interesa adentrarme. Para mí resultan mucho más interesantes los juegos de inteligencia, los misterios limpios, que no estos crímenes sórdidos y oscuros.

Lo único que nos detiene en esta historia, lo único, es Verónica Compton. Una mujer supuestamente cabal, de inteligencia media. ¿Qué le llevó a ella a idear un crimen? En realidad, supuestamente, habría sido idea de su novio encarcelado, pero ¿por qué aceptar su propuesta? Y mucho más allá: ¿por qué quererlo, qué clase de amor se puede tener por un asesino y violador? Kennet Bianchi llegó a reconocer al menos cinco de sus asesinatos, argumentando sufrir doble personalidad; él era buena persona, decía, y era su otro yo el que cometía los crímenes. Y Verónica, ¿sólo fue capaz de ver esa piel de cordero sobre el lomo del lobo feroz? Me pregunto si nosotros seremos siempre capaces de atisbar el verdadero yo de los individuos.

[CONTINUARÁ]

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